Querido Boddah;

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Me encuentro sentada en el alféizar de la ventana, escuchando la lluvia caer. Varios rayos han iluminado el cielo, y, lo que solía asustarme de pequeña, en este mismo momento me calma. Estoy relajada como nunca antes me he sentido, mi mente está despejada, no hay nada que pueda hacerme daño ahora.

Me he tomado unos minutos para dejarte esta nota porque Boddah, eres el destinatario de la carta de suicidio de Kurt Cobain (mi ídolo), y es lo más cerca que puedo estar de él dedicándote esto a ti.

Por años he sido abusada en la escuela. Psicológicamente y físicamente. No tengo recuerdos exactos de un momento concreto ahora mismo. Todo viene a mi mente como algo oscuro y borroso si intento ponerme a pensar en los últimos dos años de mi vida. Algunas palabras duras de oír, algunos golpes, pero nada exactamente. Como he dicho antes, estoy tranquila, no quiero recordar el pasado.

Bueno, quizás sí merezca la pena hacer un esfuerzo para contar lo sucedido hoy. Hoy va a ser un día importante, y deberías saber los detalles para que quizás puedas entenderme.

Si me preguntaran que es lo mejor que me pasó esta semana, claramente diría el hecho de que hoy es viernes. No por el día en sí, o por lo que pueda pasar el fin de semana. Simplemente amo los viernes porque puedo encerrarme en mi habitación y librarme de este infierno.

Como iba contando... hoy a la hora del almuerzo miraba la comida, ya fría, de la cafetería. No tenía hambre y el hecho de comer encerrada en un cuarto de baño no es algo que ayudara.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mi estado de aparente tranquilidad. Eran ellas. Empezaron a aporrear la puerta a la vez que me amenazaban para que saliera. No pensaba hacerlo. De todos modos iba a llevarme una paliza a la salida, ¿porqué no iba a evitar ésta si podía?

Cobarde, gritaban. Y realmente me sentía así, una gran cobarde por no tener el coraje de salir y plantarles cara. No, yo ponía la otra mejilla. Tantos días viviendo lo mismo me habían hecho darme cuenta de que estaba sola, y nadie iba a ayudarme.

Al final acabaron dándose por vencidas, no iba a abrir y lo sabían. Como también sabían que podrían cogerme más tarde, yo nunca me libraba.

Tienen puesto una especie de horario. Si me pegan todos los días, mis padres no creerán la excusa de que me caigo siempre, así que han decidido hacerlo un día sí y otro no. Qué generoso por su parte.

Me faltan excusas para disculpar mis moratones, como me falta la fortaleza para aguantar un día más. Un día más significa uno menos, me recuerdo a veces.

Lo que más coraje me da es que no me han dado ningún motivo para "justificar" lo que hacen. No soy inteligente, no soy rica, no soy guapa. Sólo soy una simple chica tratando de encajar. Supongo que no hay espacio para mí.

Pero ahí seguía yo mirando la comida, sin darme cuenta del hecho de que había comenzado a temblar un poco y ya no podía distinguir bien la recutrida ensalada porque las lágrimas nublaban mi vista, y como siempre, mi mente volaba imaginándose un lugar en el que fuera una chica normal. Una chica con un par de amigos con los que pasar tiempo y poder contarles mis problemas y ayudar en los suyos.

¿La realidad? Nada de eso va a pasar. Ellas me van a empujar hasta el límite. Tal vez sólo necesito romperme del todo para volver a recuperarme. O tal vez algo ya esté muy roto en mi interior y nunca podré hacerlo.

Me decanto por la segunda. No hay esperanza. Y, ¿sabes cuál es la parte más aterradora?

La parte más aterradora no es sentirte solo, o soportar la oscuridad que te sofoca mientras las lágrimas se deslizan por tu cara sin que puedas hacer nada para detenerlas. No. La parte más aterradora es darte cuenta de que te has perdido completamente mientras estás tumbado en tu cama a las tres de la madrugada, porque no eres capaz de dormir. Y ya no puedes ni desahogarte llorando, porque ya nada te importa.

Esa chispa que a veces te hace seguir adelante, es la misma que ahora me mata. Porque recuerda lo que mi siniestro, miserable y autodestructivo ídolo decía; es mejor quemarse que apagarse lentamente. 

Adiós, amigo. Ha sido un placer haber vivido en un mundo cruel, superficial e hipócrita.

P.D: Gracias, rock. Tú siempre fuiste la única luz que me guíaba en mis días más oscuros.

Querido Boddah;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora