Capitulo 12

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Pov Lisa

—¿¡Qué crees que haces!?—

—¿Disculpa?, ¿Quién te dió el derecho a venir y gritarme, jovencita?—

—Vine por mi cuenta. Ahora, ¿me puedes explicar por qué hiciste esa entrevista?—

—¿Ahora tengo que pedir permiso? Vienes a mi oficina, entras y azoteas mi puerta, y me reclamas sobre mi trabajo. ¿Qué te pasa?, ¡Recuerda que soy tu madre, Manoban!—

—Te he permitido meterte en mi vida, manejarme como se te plazca, pero no quiero que involucres a Pranpriya y a Marco en tús cosas.—

—¿Cuales son esas cosas? Según tu.—

—Te gusta que todo lo hagan a tú manera. No te importa los demás, solo tú estúpido trabajo y tú estúpida fama de empresaria.— Mi madre pega un fuerte golpe en su escritorio, se levanta echando humo, y me fulmina con la mirada.

Me se de pies a cabeza su carácter y créanme que no es nada fácil. Trataré de que no me intimide.

—Escucha bien. Tu, ni nadie, me va a venir a decir que tengo que hacer. Mi madre murió hace años para que mi hija venga a autorizarme las cosas. Yo hago lo que se me venga en gana, porque es mi empresa y mis reglas.—

Escupe cada palabra con repugnancia, a lo que me acerco más a su escritorio y la encaro.

—No soy nadie para decirte que hacer, madre, pero no dejare que enrredes a Pranpriya contigo y mucho menos que dañes mi reputación. Has lo que quieras, pero a nosotras déjanos fuera.—

¿Por qué hago esto? Porque si sigo dejando que mi madre lleve a Pranpriya con ella, la va arruinar como lo hizo conmigo. Mi vida era un asco, siempre fui la hija perfecta, la dotada de la clase, y la niña que todos querían. Todo por culpa de mi madre. Ella controlo mi vida desde que nací o en todo el tiempo que llevamos aqui en Corea. Chitthip no es un angel y sé todo de lo que es capaz, no quiero esa vida para mi hermana.

Salgo de la oficina lo más rápido que puedo, dejando de fondo los gritos de mi madre. Los trabajadores me miraban enojados y con temor por dejarle a su jefa emperrada, y mi teléfono no dejaba de sonar. Ignoro todo y solo sigo mi camino a casa.

(...)

Al llegar a casa no tuve que abrir la puerta, ya que estaba abierta. Algo muy raro porque las chicas saben muy bien que no podemos dejarla asi. Entro y miro para todas partes en busca de signo de vida, pero nada.

—¿Qué diablos paso aqui?— Sususrro. Me encuentro con todo tirado y cuando digo todo, es literalmente todo.

—¿Chicas?, ¿Están aqui?, ¿Alguien?—

¿Nos habran robado? No, no creo que ese sea el caso.

Subo las escaleras lo más lento y precavido, y me asomo un poco para ver si hay alguien en el segundo piso. Arriba estába igual o peor que abajo. Se escucho un fuerte ruido en mi habitación y de un brinco bajo las escaleras.

—Dios, creo que me orine encima. Lisa, no seas cobarde.—

¡Vamos Lalisa! Cierra tús ojos, respira y exhala.

Idénticas | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora