Yo nunca me consideré estación.
Lo mío es más de ser tren e ir divisando por una gran vía, (que nunca termina), la situación por la que pasa el ocupa de mi pecho izquierdo.
Quizás eso de ir con las luces encendidas y a toda máquina por la vida me ha hecho pararme a pensar.
A pensar.
Pensar en lo poco que ahora me necesitas.
Pensar, quizás, en lo mucho que necesito que lo hagas.
Pero seamos realistas, de una vez por todas,
y admitamos que se nos acabó el combustible en la estación más bonita de todo Amsterdam.
A veces freno,
en seco.
Y recuerdo aquella vez que me dijiste que te gustaba esa cara que ponía de niña tonta feliz.
Quizás esa expresión también te la hayas llevado tú.
Recuerdo el olor de tu camisa, (ni aunque pasasen mil inviernos lo olvidaría)
y suspiro.
Suspiro porque sé que es la única forma que teníamos de deshacernos y de re-hacernos.
Pero acabo de oír la campana.
Son casi las una de la madrugada y de nuevo,
llego tarde.
Espero que ahora duelas menos.
Espero que ahora te duela más.
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En tu métrica me desangro.
PoetryCuánto tiempo va a llevarnos reponernos de los golpes y seguir disimulando que aún no me conoces.