Capítulo 33

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Justo a quien no necesitaba ver por, al menos, el resto de su vida, ¿Por qué tuvo que encontrarse con Peridot Garnet? LA Peridot Garnet.

Eso si era mala suerte.

Mientras se lamentaba, los reclamos de la (otra) belleza rubia continuaban.

"No lo repetiré dos veces" estaba muy irritada "Déjame verlo."

"Me temo que no puedo hacer eso."

"¡Déjame verlo ya!"

"Creí que no lo diría dos veces." Uy, buena esa Sr. Arobrock.

"¡Tu...! ¿¡Estas jugando conmigo!?"

"¿Cómo podría atreverme a hacer eso?" esa sonrisa tranquila de anciano sabio haría parecer que cualquier otro con quien discutiera estuviera loco "Quisiera ayudarla, de verdad, pero mi jefe es una persona muy estricta en ese sentido y su agenda está llena."

"¡Pero-!"

"Lamentamos los inconvenientes" la interrumpió tendiéndole una tarjeta de presentación "Si quiere agendar una cita comuníquese a este número. Gracias por venir y estaremos al pendiente de su llamada, vuelva pronto."

Que elegante manera de correr a alguien.

Peridot, roja de la ira, dio media vuelta y caminó hacia la salida.

Mierda, no podía dejar que se diera cuenta que estaba ahí.

Buscó la opción más inteligente y rápida para esconderse: ponerse detrás de una columna y admirar una planta como si fuera la cosa más majestuosa del mundo.

"¿Qué haces?" Arwin intentaba entender el porqué de su nueva fascinación.

"¡Pero que hermoso tallo!" se decía a sí misma "Y el verde de estas hojas no tiene comparación, ¡seguro le dan los mejores cuidados!"

"...Clienta, es una planta falsa."

La miró bien, era cierto.

Mierda.

"...Ya decía yo que un espécimen tan perfecto no podía ser posible."

Y otra mala noticia: tenía al lado justamente a quien la diosa Peridot estaba buscando ¿Cómo hacía que un hombre tan guapo pasara desapercibido? Era imposible.

Se supone que ya tendría que estar deslindada de todo lo que esa mujer loca planeara, es más, ya debería estar desaparecida de su radar por cortas lazos con Ibelin y no tener ni la más remota conexión con Rondemio, así que no debería tener miedo. No atacaría a una persona inocente que no tuviera que ver, ¿verdad?

El ruido de sus tacones contra el suelo le ponía la piel de gallina.

Tampoco estaba tan loca como para averiguarlo.

Moviéndose nerviosa en su sitio sin saber a donde más ir regresó la vista al hermoso hombre que iluminaba el lugar entero.

Se le ocurrió una mala idea.

Lo miró fijamente. Situaciones muy desesperadas requerían de medidas el doble de desesperadas; iba a volverse su mantra de vida.

Se acercó, sintiendo el corazón a todo lo que daba.

"Me matarás luego, ahora solo perdona a esta cobarde que intenta sobrevivir" y acto seguido ella acorraló al genio contra la pared acercando su cuerpo cuanto pudo dejando muy poca separación entre ambos, procurando que la gran maceta a su lado sirviera de tapadera para los dos. Podía sentir el aroma de su colonia envolverla, era abrumador tener esa cara hermosa tan cerca y sería imposible no perderse en esos ojos rojos tan hechizantes.

Is she a Bridesmaid?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora