Al llegar a la aldea Izuna fue directamente a su casa, se dio una larga ducha en agua caliente y durmió por todo el día. Aunque aparentemente no había hecho nada, su trabajo se limitó a las sombras y a mantenerlos seguros de noche.
El descanso de la Senju se vio interrumpido cuando Hikari se adentro en la habitación y abrió las cortinas dejando que los rayos de luz disipará la oscuridad en la que la Senju se había sumergido.
― Kali-Sama es hora de despertar.― Abrió el guardarropa y sacó un Hanfu blanco con verde aguamarina.
― No quiero.
― No se trata de si quiere o no. ― Dijo.― Hokage-Sama solicita su presencia.
― ¿Para qué? ¿Qué es lo que quiere ahora?― Renegó levantándose y restregando sus ojos por la luz.
― Creo que ha encontrado a su equipo.
― Hum...
Se terminó de levantar y Hikari acudió para ayudarla a desvestirse y cambiarse con el Hanfu. Después de desayunar fue cuando Izuna se encaminó a la oficina del Hokage.
