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Después de aquellas mágicas confesiones románticas que se habían hecho aquellas personas, ahora se encontraban viviendo en una perfecta armonía. HwanWoong no tendría que seguir viviendo en el frío cuarto de arte, ahora permanecía en la habitación del príncipe.
Ambos dormían sobre la gigantesca cama, abrazados uno con el otro pero cuando el príncipe tenía asuntos que hacer, el pequeño se ocultaba.

Las mucamas decían que el príncipe se había convertido en un descuidado de primera, pues a cada momento tenían que estar recogiendo ropa tirada que encontraban al entrar a la recámara, sin saber que esas prendas estaban ahí con un propósito y era que, HwanWoong en sus momentos de metamorfosis obtuviera de donde vestirse fácilmente.

Ambos chicos se encontraban en la cama, el sol apenas estaba saludando al mundo, saliendo de las colinas en donde se ocultaba por la noche.
Dos golpes interrumpieron su linda siesta, pues se escuchaba la voz del señor Ahn quien golpeaba con su puño la puerta de madera para despertar al príncipe.
En otro momento, el señor Ahn interrumpía la privacidad del joven, pero ahora que sabía que tenía a una persona en su habitación, le respetaba su momento.

-Joven Kim iremos a cazar. Lo espero en el vestíbulo en veinte minutos.

Dicho aquello, el mencionado se despertó pero realmente quería seguir durmiendo, miró al chico que aun tenía sus ojos cerrados y sólo le cubrió bien, las noches comenzaban a tornarse frías, por lo que no quería que su romántico obtuviera un resfriado.

Como siempre, le escribió una nota en donde le informaba el lugar al que se dirigía y le llevaba una pieza de pan para que aguantara del hambre mientras él llegaba.

Se comenzó a colocar sus ropas de cacería y una vez listo, se dirigió hacia el sitio en donde le habían esperado. Ahí encontró a su tutor de aquel cruel deporte, su padre, el señor Ahn, la princesa DaSol, el rey Jung y el sirviente KeonHee. Soltó un suspiro, ya que no se imaginaba que tanta gente le acompañaría a las lecciones.

Aquel conjunto de personas se dirigían al bosque, en donde todo el camino el rey Kim estuvo presumiendo su aldea y sus áreas verdes.
Mientras la princesa no apartaba la vista del camino, en silencio, de vez en cuando KeonHee le hablaba. El señor Ahn por su parte observaba a la princesa, percatandose de que en aquellos dos había sucedido algo.
El joven Kim solamente iba escuchando a  su instructor quien le decía mejores técnicas.

-Kim. Espero y tu hijo no te defraude.-Rió de forma sarcástica aquel otro monarca.

-YoungJo, demuéstrale que no fue mentira aquello que cazaste la vez pasada. Enséñale quién será el futuro rey.-Dichas palabras de alentamiento, se alejó de su hijo, esperando lo mejor de él.

Claramente, aquel se sentía nervioso de que muchas personas estuvieran mirándole y sobretodo el tener a dos monarcas que le estarían juzgando cada movimiento, bueno o mal hecho. Solo estaba ahí para observar, burlarse o asombrarse. Era cuestión del príncipe Kim en que todo saliera perfecto.

Dio una larga y profunda respiración, para concentrarse. Aferró los pies a la tierra e hizo oídos sordos, el unido sonido que podía escuchar, era el de las aves cantar sobre los árboles. Aquello le brindó mejor concentración, para comenzar a atacarlas. Logrando capturar fácilmente dos aves.

Su padre le aplaudía con orgullo, pero su instructor como el rey Jung quedaron sin ninguna impresión. Pues el cazar aves era para novatos.

-¿ese tipo de cazador, se casará con mi linda hija? Lo siento, pero si no consigues algo mejor que un ave. No sé, tal vez un lobo o un oso. Podremos continuar con la boda.

Aquel trato era perfecto, YoungJo no lo dudó más y comenzó a ser torpe, fingiendo que había olvidado todas las lecciones que le habían dado, dejando en ridículo a su instructor.
El rey Kim por su parte comenzaba a enfadarse.
Sin ningún rostro contento, se acercó hacia su hijo y tomándole fuertemente del brazo le llevó a un sitio lejos de donde estaban los demás.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora