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Eclipse

Moira

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Primero que nada, muchísimas gracias por el 1k y el apoyo que está recibiendo esta historia. Me motiva a continuar escribiendo y trayendo más contenido. También he pensado traer un especial, un escrito más largo y con una historia de trasfondo más desarrollada para celebrar uwu.

Y segundo, y que tiene que ver más con esta historia, aclarar que no avalo la violencia de cualquier tipo ni la romantizo, por favor no lo hagas. Esto es debido a cierta descripción importante para el personaje y la relación, y la historia en sí, pero recuerda, es ficción y de ninguna manera se debe soportar la violencia, incluso si no es física y abarca otros aspectos como la verbal o psicológica.

Dicho esto, empecemos.

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"Eclipse" deriva de una antigua expresión griega que significa "abandono", y hace referencia a la desaparición momentánea de la luz.
Por ende, en muchas culturas era asociado como sinónimo de mal presagio.












Las peleas, las peleas, no le gustan las peleas, son como un atributo de mal augurio, una alerta de un hórrido presagio. Y sin embargo, se ciñe a ellas como un loco desesperado. Las busca inexorable, inconsciente de sus propias actitudes. Las busca en las esquinas del pasaje en el que vive, las busca con Mikasa, las busca con la señora que atiende en el almacén contiguo. Parece vivir de ellas, respirar su aliento. Algún día le traería problemas, podía reflexionar al respecto cuando estaba sobrio, por tanto lo sabía. Pero no es él cuando bebe, la borrachera adormece sus sentidos, le inhibe el pensamiento y estimula la violencia, aquella chispa iracunda latente en sus conductos sanguíneos. 

Entonces no es la excepción cuando borracho llega a casa y de un mal ánimo. Es de mal carácter, siempre lo ha sido y ha tenido que combatir con su mal humor, con la mirada pesimista del mundo. El alcohol hace relucir el mal carácter que descansa bajo la almohada de su lecho, esperando salir, y el alcohol incentiva aquel flujo de malos pensamientos. ¿Será aquel el motivo de beber? No es de extrañar que busque, por ende, diversas ocasiones para beber una copa de más. Mikasa siempre le reprende por ello, y él, genuino, acepta las recriminaciones, lamentablemente, mucho después de las discusiones, cuando el alcohol ya ha dejado su corriente sanguínea. 

No es la excepción que ahora, arrepentido, toque la puerta de la casa para pedirle disculpas a la chica que ama. 

De alguna manera, sabe que es la última vez. 

Mikasa le abre. Apesta a trago rancio, al típico reposo maloliente. Por su piel algo bronceada corren gotas de sudor, y se adhiere a él el perfume de la mala vida. Con hombros rendidos y una vista gacha contempla a Mikasa, quien con el cabello desordenado y con frizz por haberse enredado en las sábanas mientras dormía, lo recibe. Su semblante decaído, el mohín en su boca y el ceño en su entrecejo, hablan por sí solos. No está de buen humor para recibir al Eren borracho. Ha perdido la paciencia y de alguna manera, Eren no le recrimina por la mirada desaprobatoria, la expresión hastiada. Es consciente de sus malas actitudes y quiere entenderla. Nunca podría recriminarle a Mikasa por lo que hace, pues sabe de su culpa, pero con un cerebro dopado de alcohol y sediento de peleas, entonces le recrimina, y le devuelve a mucha honra la misma mirada desaprobatoria y ofuscaba. 

Pequeños One-shots Eremika. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora