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"Espero que algún día llegues a entenderlo todo...

Las calles languidecían bajo mis pisadas. Aquél era un día de noviembre como otro cualquiera, caminaba por las sórdidas calles inmersa en mis pensamientos.

Esas calles largas y solitarias no se asemejaban ni por asomo a las grandes calles de Barcelona, calles que custodiaban grandes recuerdos de los pasados 100 años.

El clima era despreciado por la mayoría de habitantes. En cambio yo apreciaba la Niederschlagsmenge, mi padre solía decir que el motivo por el que el cielo lloraba era para dejar caer sus lágrimas y con ellas bajar a las almas perdidas a la tierra.

Al cruzar el umbral de la vivienda en la que residía, el señor Combell se presentó cual espectro para alertarme de que aquella tarde cenaríamos con los señores Bauman.

Los señores Bauman, alemanes de sangre, eran un matrimonio apegado pero frío, amantes de el nacionalismo y aliados del señor Combell. Poseían un primogénito de nombre Dan.

Esa noche, las estrellas yacían sumergidas ocultándose y permitiendo intimidad a lo que asomaba ser, un encuentro singular.

Cartas de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora