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Tras esa noche en la que ambos habían dormido en el establo, aquel humano de cabellera negra había manifestado por lo largo del día estornudo tras estornudo. Su nariz estaba de un tono rojizo y había preferido estar en cama. Junto a su conejito a  lado haciéndole compañía, sin embargo aquel ser estaba muy preocupado por su príncipe.

Las trabajadoras le habían estado atendiendo, ya que los reyes estaban muy ocupados en sus asuntos que ni siquiera se habían enterado del resfriado que cogió el joven Kim, por dormir en un establo. Cuando el otoño hacía de las suyas, acercando los fríos a la tierra.
El señor Ahn también estaba informado acerca de aquello, por lo cual se había encargado de reacomodar la agenda del príncipe cancelando todos los pendientes que tenía que hacer aquel día.

HwanWoong no se había resfriado, ya que él estaba acostumbrado a dormir sobre paja, además de que su mecanismo es más fuerte que el de un humano.

-Joven Kim. Aún no entiendo cómo pudo quedarse dormido en un establo.-Mencionaba el señor Ahn a su lado, mientras una de las mujeres trabajadoras le daba algunos medicamentos al príncipe.

-Ya te lo dije.-Con voz débil y en un tono mormado junto a un estornudo que se hacía presente en cada instante, hablaba el chico en cama.-Cepillaba a Confetti e intenté hablar con él, ya sabes. Me desahogue y sin pensarlo me dormí.

-¿Desahogarse? Entiendo que lo hagas pero, ¿hay algo que te atormenta? Puedes decirme con confianza. Sabes que puedes confiar más en mí que en la reina y eso que seré tú consejero real en un futuro no muy lejano. Así que andando. Te escucho.-Mientras decía aquellas palabras colocaba su mano detrás de su espalda haciéndoles señas a aquellas que le hacían de enfermeras, para que abandonaran la habitación. Con ello, obedecieron y les dejaron solos o  eso creía el adulto.

-Gracias señor Ahn. Pero estoy bien.

-¿De verdad? Hay rumores que no quieres casarte con la princesa Jung. Dime, ¿Qué tan ciertos son?

El príncipe se sentía incómodo al escuchar las preguntas que el adulto le hacía, sobretodo porque sonreía de una forma tan maliciosa que aterraba a cualquiera que le veía.

-Señor Ahn... No me encuentro bien de salud. Retirese por favor, antes de que llame a guardias para que lo desterren de mi recámara.-Mencionó sin perder la cordura y sobretodo esforzando con hacer su voz firme y lo más audible, pues bien, aún no se encontraba en momentos en los cuales podía hablar en el tono que usualmente manejaba.

El adulto resopló, pues aquel que conocía desde niño, comenzaba a hablarle como si ya fuera el rey de todo el imperio.
Por lo cual se disculpó, haciendo reverencia formal, y sin darle la espalda como muestra de respeto se fue de aquel sitio.

Fue en ese momento, en que HwanWoong hizo su primera aparición como humano. Que abrazaba a su amado escondido debajo de los cobertores.

-Duerme, necesitas descansar, yo estaré aquí para ti.

-Gracias.-Mencionaba cerrando sus ojos lentamente, en cuanto sintió un beso en su mejilla y como alguien se volvía a ocultar entre tanta cobija. Pues bien, el príncipe pasaba frío. A pesar que el termómetro indicaba altas temperaturas él no hacía caso omiso de lo que las que le atendían le decían. Ni siquiera había querido terminar su caldo de pollo, solo dio unas cinco cucharadas, pues se sentía débil.
Así que aquel dúo había dormido tranquilamente. Hwan debía de permanecer en su forma lagoforma, ya que de esta manera nadie los descubriría. Por lo tanto no le podría decir que se tomará por completo el caldo, o que obedeciera a aquellas que le atendían.

Por otra parte, un cazador se encontraba ordenando su variada y extensa colección de armas de diferentes tipos, navajas, cuchillos, píldoras venenosas, damajuanas con somniferos dentro, sustituyendo al alcohol, lanzas, ballestas, cuerdas, mazas, nagamakis, entre otras. Sin olvidar aquel arco con el cual había instruido al hijo del rey Kim. Aquel era un hombre muy escrupuloso, por lo cual cada detalle contaba.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora