No sabía que dolía más. Si la caía desde el cielo o el hecho de haber sido desterrado por el que alguna vez, apreciaste.
Pero eso no terminaría ahí.
Él cobraría venganza contra su creador por tal injusticia, o eso creía fervientemente.
Y hallándose en el suelo, herido, lastimado, la encontró a ella. Era hermosa, después de todo, él -Dios- la había creado a imagen y semejanza.
Y, sin embargo, se extraño de haberla encontrado sola, vagando y no con quien supuestamente era su compañero, Adán.
Más tarde, al acercarse y hablar con ella, se enteró de lo que pasaba.
Se había revelado ante Adán, su compañero, por no haber querido someterse. Ser sumisa; y a cambio, otra compañera para el primer hombre le había sido dada, su nombre era Eva.
Lilith se hallaba entristecida y molesta. Y eso lo comprendía a la perfección.
- ¿Qué te pasó a ti? – le preguntó ella, observando sus notables heridas. Esas que no le causaban gracia en absoluto y solamente, hacían que la ira hacia su creador aumentase.
Y, sin embargo, él le sonrió.
- Fui desterrado por el creador.
Por querer ser cómo él.
Lilith hizo una mueca, más en sus ojos, se vislumbraba la pena y tristeza que le causaba al verlo tan herido. Él sonrió al ver que se levantaba y buscaba entre todas las plantas del Edén, algo para curarlo, porque él lo sabía.
La conocía, de cierta forma.
Y cuando ella regresó, tratando sus heridas, le agradeció, haciéndola sonreír, finalmente.
- ¿Por qué nos pasa esto?
- Porque el mundo nos odia, Lilith. Nadie nos comprende – respondió, con falso pesar. Porque si algo lo caracterizaba, eran las mentiras y lo fácil que lograba convencerte de algo o los hechos. Y fue por eso, que Lilith le creyó –. Estamos solos, tú y yo... Pero están ambos juntos, ya no lo estamos.
Se levantó y le tendió la mano, sonriendo. Y ella le sonrió de vuelta, aceptando la mano que le tendía.
Y desde ese momento, dejaron de estar solos, por toda la eternidad.
-Traumada Taisho