Capítulo 3

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Londres 1801 Bristol House

Estaba en mi sala personal, desde mi cuarto mes de gestación nos instalamos en la casa de Londres, Robert tenía compromisos con la cámara de lores, también varios negocios por atender y como es un consentidor no quería perderse el crecimiento de nuestro segundo hijo.

En estos catorce años de casados tardé cuatro años para quedar en cinta, mi primer hijo, Thomas pronto cumplirá años, después de él he perdido tres embarazos, nunca pasaban del tercer mes, ahora ya estoy en mi séptimo y estamos muy emocionados todos los miembros de la familia Hamilton, gracias al todo poderoso mi primer hijo fue un varón, así mi esposo puede mantener su título alargando su linaje en el marquesado de Bristol —Gagnon nuestro mayordomo principal ingresó con una doncella quien traía té y los rollitos de canela que tanto me gustaban.

—Milady, le llegó correspondencia.

—Gracias Albert —un señor entrado en sus cincuenta años, ha estado en la familia de mi marido desde antes de su nacimiento. La doncella sirvió, el mayordomo extendió la charola de plata pulcramente brillante donde tenía las cuatro cartas que esperaba—. ¿Sabes si el marqués llegó?

—Si milady, en este momento está en el despacho, llegó con el joven Thomas —negué con una sonrisa en mi rostro. Amo tanto verlos juntos, mi hijo desde hace unos años tiene tutores y este año el marqués empezó a instruirlo en todo lo concerniente al marquesado, mi bello hijo es la estampa de su padre—. Con permiso milady.

Tomé las cartas, sonreí ante las letras de mis grandes amigas. Dos lo somos desde nuestro primer día de presentación en la sociedad del mercado matrimonial. Las otras dos que me escribieron son por ser las esposas de grandes amigos del marqués y dos que no escribieron, pero ya me puse de acuerdo con ellas.

Esa amistad surgió a lo largo de las reuniones compartidas en las salas de té, lo que nos caracteriza a todas es que odiamos las hipocresías, aunque no nos contamos intimidades, al menos sabemos que podemos contar con una sincera amistad. En cambio, mi marido solo tiene dos grandes amigos de infancia, El duque de Montrose y el duque de Leinster.

Con el paso de los años en la cámara de Lores ha congeniado mucho y puedo decir que también tienen una gran amistad con el marqués de Headfort, con el conde de Ross y con el barón de Mowbray. Con quien nunca a congeniado y lo trata solo por las normas de cortesía es al conde de Portland el esposo de una de mis grandes amigas. Unos días atrás les envié cartas para pasar una temporada juntas antes del nacimiento de mi segundo hijo e ingresar en cuarentena.

No tengo la justificación real, pero hace unas noches atrás me levanté sobresaltada llorando, los brazos de Robert me calmaron, desde ese momento tengo la necesidad de ver a mis amigas y al contarle a mi esposo, el cual no me ha negado nada en estos catorce años juntos, aceptó invitarlos y apelará a todas las normas del buen trato para soportar el desagradable conde de portland, la ventaja es que él está pasando una larga temporada en Londres y tiene su casa —con el cortapapel destape la carta de mi amiga la duquesa de Montrose.

Querida amiga

Me complace en demasía el saber de ti y de tu familia, es cierto que tenemos más de diez años en no vernos, en mis anteriores cartas aludía a la distancia y males que te confieso hoy eran más escusas que realidades. La razón principal a mi distanciamiento se debe a mi tercer hijo el cual nació diferente, pero me enorgullece decir que es mi favorito, te suplico me guardes el secreto, mis otros hijos se molestarían. Recibí gustosa tu carta, y tienes razón, ya es el momento para volver a reunirnos como hace años no lo hacemos. Aceptamos con agrado la invitación de pasar un par de semanas bajo tu hospitalidad, Luego nos iremos a nuestra casa, además Ludovic quiere calentar su silla en la cámara de lores. En unas tres semanas estaremos llegando, viajamos con mis cuatro hijos y te pido que aceptes con agrado a mi hijo Iain Grant, cuando estemos todas juntas nos ponemos al día. Por medio de tus cartas me has mantenido informada de Londres y has gestado en mí el deseo de cotillear hasta bebernos todo el té necesario para ponernos al corriente.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora