Capítulo 5

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Bristol 1809, Cottage house

No era un día como cualquier otro, en mi casa en Bristol se encontraba toda la servidumbre trabajado y limpiando, desde que mi padre recibió esa carta donde le informaban que tendremos visitantes muy importantes, mi casa tiene otro ambiente. Los amigos de mi padre se volverán a reunir después de muchos años. Habrá varios eventos sociales, yo no tengo memoria de haber asistido a ninguna, pero mi institutriz y mi nana Gillian están realizando los respectivos preparativos desde que mi padre les notificó días atrás de los nuevos acontecimientos, ellas sonrieron, mientras que al marqués no le ha sido de su total agrado. Por eso no he salido a mis paseos por el campo, a cabalgar en las mañanas con mi hermano, y si ninguna de ellas, el marqués o el heredero no me acompañan no me deja salir, es la única regla que cumplo y es porque y mi hermano Thomas me lo explicó muy bien. Todas las doncellas, mucamas y empleadas del área de la cocina la han pasado desempolvando las habitaciones que según la cocinera desde la muerte de mi madre no las habían arreglado por orden de mi padre. También he escuchado que desde mi nacimiento nos instalamos en la casa de campo de Bristol, yo no conozco la casa en Londres y nada diferente a las tierras que le pertenecen a mi padre en este condado. Ahora los quehaceres de la casa giran en torno a los invitados, grandes eminencias de la nobleza según mi institutriz, no sé que tan bueno sea el tenerlos por varios meses en nuestra morada —desde el invernadero veo el pasar de un lado al otro, mi nana eventualmente se cerciora si estoy intacta, dice que constantemente le hago magia, es como si le vendara los ojos y en un abrir y cerrar de ojos desaparezco—. Es el inicio de temporada, las doncellas hablan de lo bello que debe ser este momento para las damas que buscan esposo, lo único que me importa es que es primavera. Anoche me escondí en el pasadizo secreto que da de los establos al despacho de mi padre y escuché a mi hermano hablar con el marqués.

—Padre en verdad estoy complacido de que te decidieras aceptar la sugerencia de los duques de Montrose, desde la muerte de mamá no has querido salir de este lugar. De hecho, no los ves desde entonces, compartes correspondencia, y me alegra mucho mas que esta vez te quedaras con Abbey.

—Thomas, quiero que la niña viva tranquila.

—Eso lo puedes hacer porque es una niña, ¿cómo la controlarás cuando sea más grande? Abbey es diferente, la hemos criado diferente. En todo caso me alegra que por fin se vuelvan a reunir todos ustedes.

—¿Como van las cosas en Londres? —desde hace un par de años Thomas pasa en Londres y viene cada mes a pasar una semana con nosotros.

—Muy bien, he cuidado cada penique del marquesado.

—Eso lo sé Thomas, me refiero a tus negocios personales, ustedes cinco si se han reunido, hace un año compraron una flota de barcos.

—Iain Grant es un maestro con esa mente, tiene el don de oler los negocios con dinero.

—Eso me contaste en tu última carta, ya son dueños de dos grandes empresas. Me alegra mucho sobre todo por la situación del nuevo duque de Leinster. Gracias a los negocios en conjunto se están haciendo acreedores de una fortuna personal. Y eso ha logrado que el hijo de mi amigo pague los pagarés por las deudas que dejó el duque. Me alegra mucho hijo, me haces sentir muy orgulloso.

—Esa fue la única vez que saliste y los viste a ellos, aunque pocas personas lo sepan.

—No podía faltar al sepelio de mi gran amigo Dexter. Lo cierto es que gracias a los negocios de ustedes ese muchacho ha pagado uno a uno los pagarés que tiene conmigo y con el resto de mis amigos, Ryan salió responsable. Hablemos de temas mejores.

—Espero que Abbey pueda hacerse amiga de las ladis que vienen —comentó Thomas.

—Son de su edad, de hecho, ese es el sentir de todas las esposas de mis amigos.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora