Capítulo 1 Parte "B"

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En el interior de aquella casita construida en el árbol dentro de las propiedades Andrew en Chicago, era su punto de reunión; y ocupando un asiento alrededor de la mesa estaban: Stear, Archie y Annie, los cuales miraban fijamente una nota de espectáculos que yacía en el centro del mueble, reflejando sus rostros: preocupación, molestia y angustia; las mismas que emplearon al comenzar la plática:

— Ya han enviado los boletos para la función que se dará esta noche en el Teatro Elmore en Beneficio.

— ¿Y si no fuéramos? — hubo sugerido Annie.

— ¡Sería una grandiosa idea! — opinó Archie. — Y así no tendríamos por qué preocuparnos en darle cuentas al chocante aristócrata ese con respecto a la desaparición de Candy.

— Tal vez sí —, secundaba su hermano: — pero Terry se enteraría de todos modos, porque Eliza está dispuesta a ir a verlo.

— ¡Rayos! ¡Es verdad!

— Además —, Annie atrajo las miradas de los Cornwell quienes escuchaban su punto de vista: — yo considero que sí debemos decirle, porque él se sacrificó al dejar el instituto para que ella no fuera expulsada.

Ante la defensa, ¡lógico! Archie estallaría:

— ¡¿Y de qué sirvió su valiente contribución?! ¡Si Candy, al fin y al cabo, también se fue y para saber dónde está!

Revelándoles Stear:

— Inclusive George, quien me había asegurado que el Tío Williams estaba haciendo todo lo posible por dar con ella, no ha obtenido sus noticias.

— ¡Y todo por esta maldita guerra! —. Furioso, Archie dejó su asiento; y lleno de frustración, exclamaba: — ¡Así mucho menos daremos con los dos que parece se los ha tragado la tierra!

— Y lo malo es que, según a lo dicho por el señor Johnson, podría ser un hecho que Neil y su padre quedaran como los sucesores del patriarca.

— A no ser que Stear acepte el puesto — hubo observado la chica.

— ¡Pero lo mío es la invención, la ingeniería, no las finanzas! — el nombrado se excusó.

Al objetar, no había otra opción más que:

— Entonces, los Legan serán ahora la cabeza de la Familia Andrew.

— ¡Diablos! — espetó Archie, al cual le recorrió un escalofrío por la espalda al simple hecho de saber su futuro en manos de aquellos; y se alargaría al oír:

— Pero creo que ese no es el único problema.

— Es verdad — Stear apoyó a Annie y pensó en Paty quien seguía en Londres.

— ¿De qué se trata ahora? — Archie cuestionó.

Con valentía, la morena ojo azul contaría:

— De que si Candy no aparece pronto, ya es hora de ir a contárselo a la señorita Pony y hermana María. No podemos callarlo ni evadirlas más.

. . . . . . . .

Aquel rumor de guerra, ya era una realidad. Y todo el país norteamericano estaba a la expectativa de su posible participación en el momento que Inglaterra, la madre patria, se enemistó con Alemania.

Pero mientras eso ocurría en tierras europeas, las familias más importantes de Chicago se preparaban para asistir a la función que la compañía Stratford representaría en el Teatro Elmore; excepto Eliza, la cual, con ramo de rosas rojas entre manos, aguardaba impaciente en la estación de trenes la llegada del convoy que transportaba a Terry y compañía.

MELODÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora