mármol || hyunin

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En un insignificante oasis, o mejor dicho, un breve suspiro de paraíso creado para ambos, que se ocultaba detrás de enormes robles y una cálida cascada, un poco más lejos del pueblo. Sumido entre la tristeza y ese pequeño taller, Hyunjin se dedicaba a sincelar. Hacia tiempo que había dejado de disfrutar de aquella práctica, pues le recordaba a su amado Jeongin.

En aquella pequeña cabaña, totalmente de madera, los lujos no eran ni siquiera una opción, tenían una vieja radio y un gastado horno a leña. Sus ropas desparramadas por el piso entorpecian su andar, entre aquellas enormes ventanas aún escurrían lágrimas, de una sola habitación con un descuidado balcón, entre el musgo acumulado y el hollín de la chimenea, aquella diminuta sala era perfecta para ambos amantes. Rodeada por un jardín infinito, hasta donde sus ojos alcanzaran a ver era totalmente su propio paraíso.

Los viejos muebles rechinaban de tristeza, el piso de madera sollosaba a cada paso, en aquel pequeño taller detrás de la diminuta cabaña se encontraba un enorme trozo de mármol completamente blanco, siendo esculpido por sus recuerdos. Cincelaba cada musculo, cada pliegue de la piel, cada cabello, cada vena, cada hermosa imperfección, la estatua de mármol estaba ya casi terminada sólo faltaban detalles casi insignificantes, aunque para Hyunjin cada detalle era valioso.

Con el cincel que su madre le regaló y el martillo de cobre que Jeongin le obsequió seguía con su labor, de sinceladas suaves y a veces algo toscas, de jadeos cargados de nostalgia y agua deslizándose entre sus dedos. Había apagado la radio, pues le recordaba a él, a decir verdad todo le recordaba a él. Aquel taller, aquellas flores ya marchitas dentro del florero, la taza de café que dejo caer, el amargo sabor a tabaco en su boca, su vida se había llenado de cosas y lugares con su esencia.

Entre recuerdos logra percibir su aroma, recuerda cada uno de sus músculos, cada centímetro de su piel, cada uno de sus cabellos, las delicadas curvas de sus huesos, la fina textura de su mano, la dura sensación de tocar su piel sobre sus huesos músculos y grasa, la perfecta armonía de su anatomía. Había grabado cada centímetro y detalle de su amado, en su memoria.

Gracias a aquella hazaña podía continuar esculpiendo, con los dedos repasaba una y otra vez cada curva, cada linea, cada extremidad, entrelazaba sus dedos intentado obtener calor, acariciaba sus cabellos intentando peinarlos, se deslizaba por toda la pieza de mármol intentando revivir sus memorias. Una fría y dura textura es lo que obtiene al tocarlo, pero a la vista era casi idéntico, se sentía como cada tarde de verano en la que le pedía posar para él por un momento al atardecer.

No tenía cabeza para pensar en cómo continuar, al cerrar sus ojos solo lo veía a él, sentado frente al balcón medio dormido con aquel viejo libro azul sobre el piso. Dejo caer el martillo y cincel, observó el rostro de la pieza, y le pareció simplemente hermoso incluso podría llegar a compararla con su verdadera belleza. Lavó sus manos y con el agua restante peinó sus largos cabellos negros hacía atrás, observando el viejo techo del taller las lágrimas amenazaban con salir.

Decidió tomar uno de sus ya conocidos descansos, camino un poco por el jardín y se lamentó de no haber cuidado mejor las pequeñas flores, él nunca fue bueno para esas cosas, de eso siempre se encargaba Jeongin. Al nuevamente recordarlo camino con más prisa a la cabaña, necesitaba una cargada taza de café y encontrar su cajetilla de cigarrillos, lanzando una que otra maldición por su desorden se abrió paso a la pequeña cocina.

Su vida se había convertido en un desastre y aquella diminuta cabaña sólo lo delataba aún más, Jeongin había llegado a él para darle sentido y sobre todo orden a su existencia. Había sido la razón de su valentía, de su boba sonrisa, de su coraje ante su madre. También había sido su inspiración, su modelo, su musa. Gracias a él sus más grandiosas obras habían sido posibles, y aquella pieza de mármol blanco era la cúspide de todo su talento, gracias a Jeongin.

𝐬𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐜𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨𝐬 || stray kidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora