Capítulo XXIX

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El partido comenzó muy bien para los Slytherin, en los quince primeros minutos ya habían marcado 30-0 a favor, todos los puntos fueron hechos por Scarlett que parecía un cometa sobre su escoba.

-Definitivamente está inspirada –dijo Ivy después de celebrar con una inmensa sonrisa y aplausos el último gol de Scarlett –tiene que estar emocionada por la cita.

- ¿Lo sabias? –pregunto Dante.

-Ella mismo me lo dijo, hemos acordado sana competencia, después de todo en las últimas semanas nos hemos hecho buenas amigas y no queremos arruinarlo, pero, eso sí, aprovecharemos cualquier oportunidad sobre todo si vienen de ti, por cierto, el próximo domingo estoy libre...

-Ya... eh... lo pensare –Dante no sabía cómo reaccionar a la situación.

- ¿Cómo se siente ser tratado como un premio de una competencia? –susurro Ethan a Dante.

-Raro... espera ¿Por qué te estoy respondiendo? ¡Di eso una vez más y te lanzo al sol!

-Exageras ¿verdad? –pregunto Ivy.

-La verdad no, mi maestro me conto que una vez lanzo un phantom al sol y me enseño como lo hizo –susurro Dante.

De pronto las gradas de Gryffindor estallaron en celebración, su equipo acababa de anotar un punto.

El resto del partido continuo con normalidad, el equipo de Gryffindor anoto otros dos goles, el equipo de Slytherin desigualo el marcador anotando otros dos goles.

-Media hora y aún no ha aparecido la snitch –dijo Ethan –esto va para largo.

El partido continuo, los dos equipos anotaron otro par de goles cada uno, pero lo único a lo que Dante le prestaba atención era al clima, el viento se había levantado fuerte, el embudo de nubes en las montañas parecía estar acercándose a ellos...

De pronto una imagen llego a la mente de Dante, miraba el campo de quidditch desde arriba, su autómata Fénix le estaba mostrando lo que veía y no le gusto lo que vio, al voltear para ver a las nubes, un relámpago destello en la parte más alta, el juego de luces y sombras formaron, por un instante, la cabeza de dragón rugiendo, rugido provocado por un sonoro trueno.

Cuando la vista de Dante volvió a la normalidad, un escalofrió recorrió su columna vertebral, podía sentir como sus anillos resonaba de energía en su bolsillo...

-Dante Blake –un susurro del viento hizo que se le helara la sangre.

- ¿Escuchaste eso? –pregunto Dante a Ivy, quien lo miro confundida

-Mmm... ¿Qué cosa? Yo no escuche nada.

-Esto es malo –susurro Dante.

- ¿El espíritu?

-El espíritu.

- ¿Qué vas a hacer?

-Si tuviera la thundewild podría alejarlos de aquí, pero en este momento estoy atado de manos, solo podemos rogar que no ataque hasta que encuentren esa maldita snitch.

Las plegarias de Dante fueron respondidas, diez minutos después los cazadores de ambos equipos habían avistado la snitch dorada y se lanzaron en su persecución.

De pronto empezó a llover, fue tan repentino que nadie estaba preparado y veían alguna forma de cubrirse en el agua, el partido continuaba, pero Dante no se relajó en absoluto.

-Dante Blake, ¡Dante Blake! –susurraba el viento cada vez más agresivo, al parecer el chico era el único que lo escuchaba, eso lo agradecía e incomodaba al mismo tiempo.

El mago anilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora