Amelia, quédate conmigo [2]

Capítulo 9

Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

Mi papá volvió nuevamente a visitarme o bueno en realidad vino a arreglar las cosas.

—Hijo, por favor no seas necio, tú ya tienes una vida con Susan, ya están formando una familia, no dejes que todo esto se venga al suelo —me dijo mi papá mientras tomaba café.

—Pero es que todo con Susan es una pelea —le dije.

—Edward tú tienes que entender que ella está embarazada, ahora va a estar feliz y luego estará triste o quizás enojada, tenle paciencia —añadió mi mamá.

—He tratado de tenerle paciencia —dije mientras me cruzaba de brazos.

—Pero no la suficiente —volvió a hablar mi mamá —además por lo que le entendí a Susan, su problema no es porque ella tenga las hormonas alborotadas por el embarazo, el problema es porque tu aún no has superado a Amelia.

—¿Otra vez ese nombre? —pregunto mi papá, mi mamá asintió —Edward quedamos en que ibas a cerrar capítulo con esa muchacha para poder ser feliz con tu familia.

—Lo sé papá, pero es que es demasiado difícil, Susan se casó conmigo sabiendo que la quiero —dije.

—Y yo te entiendo Edward, ahora que conozco a Amelia me di cuenta que es una buena chica —dijo mi mamá, yo me quedé asombrado no sabía que ya la había visto.

—¿Ya la conoces? —preguntamos mi papá y yo al mismo tiempo.

—Así es, la conocí está tarde en la tienda de Don Genaro, pero el tema no es Amelia o bueno si, pero no tanto porque el verdadero tema es tu matrimonio Edward, yo vi salir de aquí a Susan muy decidida a dejarte.

—Yo no debí haberme casado —les dije.

—Lo peor de todo es que yo te lo dije, pero tú ahí de testarudo fuiste y te casaste sabiendo que lo hiciste por un despecho, ahora pues aguanta tus decisiones —está vez hablo David, él ya llevaba un buen rato callado y la verdad no me ayudo en nada.

—¡Te casaste con Susan por despecho!  —me pregunto bastante alterado mi papá.

—Papá, pero no deberías gritar, estamos hablando como personas civilizadas.

—¡Como no quieres que grite si mira de todas las barbaridades que me he enterado, no se a quien saliste! —volvió a decir mi padre, mi mamá trataba de tranquilizarlo, yo miré mal a David.

—Vez lo que provocas, te hubieras quedado con esa boca cerrada —le dije, David se rio, se levantó y se fue para la cocina.

—Papá por favor cálmate.

—¡Esta bien me voy a calmar! —dijo y yo suspiré —¡pero después de que acabe contigo antes de que cometas más errores! —él se levantó y yo salí corriendo hacia mi habitación me sentía como un niño chiquito a punto de ser castigado, mi papá está al otro lado y pues está tan furioso que su respiración se puede sentir desde la luna —¡sal Edward, no compliques más las cosas!