EPISODIO DOS (PARTE I)

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Ángelus había entrado al campamento rebelde y no era nada de lo que él se había imaginado. No había un montón de máquinas destructoras, tampoco enormes armas, lanzas ni bombas. En cambio, unas pocas carpas que se erguían sobre la cabeza de algunos seres mágicos se erguían enfrente de ellos, muchos de ellos con hijos y bebés recién nacidos. La armería estaba cerrada pero no era tan grande como se la imaginó. Parecía más una pequeña comunidad de nómadas que una base de batalla, de un lado a otro podía ver familias muy peculiares, de todos los colores y formas.

Inmediatamente analizó los rostros pudo notas algunos conocidos, entre ellos se encontraban personas que estaban en su fiesta de cumpleaños. Algunos de ellos se veían cansados y estaban lastimados y adoloridos.

Todos los presentes eran arropados por las enormes copas de los arboles que parecían formar un caparazón gigantesco sobre ellos, dándole a todo el lugar un aspecto verdoso debido a la luz del sol contra las plantas, ya comenzaba a amanecer.

Algunas casas más pequeñas parecían hongos de colores que iban decorando los bordes del suelo, algunos seres muy diminutos revoloteaban por el lugar con algunas cosas en los brazos, sus pequeñas alas dejaban un pequeño camino brillante cuando pasaban.

También podía observar seres bastante grandes, con cuernos y dientes filosos, pero con rostro cansado y heridas de batalla, algunas se veían bastante graves. Todos ellos llevaban puesto en algún lado la insignia de un dragón.

─ ¿Esta es la rebelión? ─ Preguntó Ángelus.

─ Los que quedamos, por supuesto. ─ Dijo Myfels, tomándolo del brazo. ─ Ven, por aquí.

Ángelus se percató de la vista de todos los habitantes, directamente puesta en él, era más que obvio que algunos de ellos sabían quien era, podía sentir erar miradas como se clavaban en su cien como alfileres calientes.

Lo último que vio el chico fue una mujer que parecía brillar, dándole seno a su pequeño recién nacido. La imagen inmediatamente fue cambiada al interior de una casa de madera construida a la ligera, Myfels lo hizo seguir y en cuanto entró se encontró con un rostro conocido.

No había nada más que una enorme sala y frente a él, encorvado observando un mapa de Amaymon, igual de desaliñado y con más ojeras que cuando lo conoció, se encontraba Jonathan Patel, el esposo de madame Julianna.

─ ¿Usted? ¿Qué hace usted aquí? ─ soltó el chico de inmediato.

Jonathan alzó la mirada, observando a Ángelus directamente a los ojos. Se incorporó y se quito el cabello negro de la cara.

─ ¿Qué más puedo hacer? ¡Soy el actual general de la resistencia! Mira, te presento.

El chico se echó un poco para atrás. Al lado de Jonathan estaban más personas: un hombre muy alto, aparentemente viejo y con una larga y frondosa barba blanca, tenía ramas en el cabello y una mirada muy solemne, este hombre se presentó como Abada. También había un ser muy pequeño como una hoja, era verde y tenía pequeñas alas transparentes que revoloteaban suavemente, con una voz chillona se presentó como Món. Detrás de ellos había un enorme ser con la cabeza de un toro, con un estruendoso bufido se presentó como Ameno el minotauro.

─ Y el chico al frente de ustedes es Ángelus McLeod, ya lo conocen.

─ El chico del incidente de la fiesta. ─ Chilló Món

─ El mismo. ─ Señaló Irza, quien se había sentado en una butaca cerca de los seres, la mirada de Irza era incluso más penetrante que la de las personas de afuera.

DESTINO: PIRÁMIDE OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora