EPISODIO DOS (PARTE II)

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Hace varias horas habían dejado el campamento, iban en una línea recta, formación que lideraba Irza a la cabeza, seguida por Myfels y Ángelus. Al final Damir y Hamelus, quien cargaba detrás de él un enorme carrito con todas las provisiones. Las enormes orejas peludas del grandote le permitían poder escuchar mejor que cualquier ser humano, Ángelus giraba a verle de vez en cuando, envuelto en curiosidad.

─ Disculpa... me estado preguntando ¿qué tipo de Magh eres tú? ─ preguntó el chico, observando cómo las orejas de Hamelus se movían.

─ Pues yo soy un Lycan, creo que ya te lo habían dicho antes.

─ Por supuesto, pero no sé que es un Lycan... ¿una especie de hombre lobo?

─ hahaha si, algo así. ─ Hamelus se rascó la barba un segundo. ─ Verás, yo soy el producto mágico de la unión sexual entre una mujer humana y un hombre lobo transformado...

─ Entonces...

─ Si, exacto. Mi madre tuvo sexo con un lobo. ─ Un leve sonrojo se dibujó el su rostro. ─ Entonces... ya sabes que los Helldonianos, independientemente del continente en el que nazcan, nacen con un factor genético que define varias cosas, entre ellas su potencial mágico. Los seres con mayor factor M son considerados Magh, mientras los seres con mayor facto A

─ Son los Angh, personas sin magia.

─ Exacto... aparte de ambos factores, hay otros factores que pueden influir en un ser, también varían dependiendo del ecosistema o la sangre, es mi paso, heredé el factor L de la licantropía de mi padre, este se combinó con el factor A de mi madre, generando una falla genética en el factor y convirtiéndolo en un factor diferente. Lo llamamos LA.

─ Esto, provoca su gran tamaño, sus pelos y sus transformaciones, no dependen de la luna, si no de sus emociones. ─ Dijo Myfels, prestando atención.

─ Pero Hamelus es un amor de persona la mayor parte del tiempo. ─ Indicó Damir, sonriendo.

─ Todo esto lo sé desde que entré a la rebelión, antes pensaba que estaba enfermo... ─ Las orejas de Hamelus bajaron un poco. ─ Ya, ya casi estamos por llegar.

Tenía razón, en cuanto giraron a ver se encontraron con la salida del bosque, habían decidido tomar el camino largo atravesando todo el bosque de los ecos para evitar encuentros con el ejército. Ángelus apuró su paso, quería salir, ver ese hermoso pueblo.

─ Ya verán lo equivocados que están. ­─susurró, con una sonrisa en su rostro.

Salió del bosque y se quedó pasmado, todo lo que veía a su alrededor no era más que rocas y arena, una arena grisácea y triste, no había nada y casi parecía que no corría el aire, todo estaba desolado, no había ni una casa, ni gente, nada.

─ ¿Dónde estamos? ─ Preguntó.

─ Esto es parte del bosque de los ecos, o bien lo que queda de él.

─ ¿este desierto es parte de eso?

─ Sí, antes había muchos árboles, animales, vida. Ahora... esto. ─ Myfels se acercó a su amigo, observando el panorama. ─ Y aparentemente se ha extendido, todo lo que ves no es solo arena, también es ceniza, lo que queda de las secas ramas de los árboles.

─ ¿y a que se debe?

─ Nadie lo sabe, es una de las cosas que la rebelión quiere saber. Bien, tenemos que seguir, más allá de todo este desierto está Inaj.

Todos caminaron, en poco tiempo Ángelus se dio cuenta del calor infernal que hacía, estaban completamente expuestos a la luz del sol, la falta de aire le hacía sentir sofocarse y sentía que en su piel podría freír el huevo de un avestruz del desierto. Giró para ver sus compañeros y ellos estaban igual que él.

DESTINO: PIRÁMIDE OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora