Una suave brisa veraniega se había levantado, arrancando algunas hojas verdes del suelo y elevándolas en un agitado baile hasta que se alejaban de la vista de cualquier humano. El sol había pasado de su cenit y había iniciado su descenso hacia las lejanas montañas de Oakland. Resultaba difícil mantener los ojos abiertos mientras el sol incidía directamente sobre las pupilas, pero hay ocasiones en las que una necesita simplemente mirar hacia delante y preguntarse: ¿y ahora qué? Cómo si de alguna forma la respuesta fuese a caer del despejado cielo azul. La hierba se mecía hacia un lado y el otro, dependiendo de la dirección del viento, y permanecí sobre ella tirada, limitándome a observar su movimiento monótono. Ese preciso instante me transportaba a una época en la que el calor era mi mayor problema y saber qué hacer el día de mañana mi preocupación; ya no. Ahora tenía que preocuparme por encontrar a mi tía, acabar con un aquelarre de brujas, encontrar un mundo perdido y, por si esto fuese poco, resolver una disputa con mi mejor amigo. La primera que habíamos tenido.
Desde el jardín de tía Leah todo se veía de otra forma: como si todo tuviese una solución y solo tuviese que pensar un poco más. Sin embargo, por mucho que deseara que fuese así, por mucho que lo anhelara… nada parecía poder arreglar todo lo sucedido. ¿Tan difícil era que las cosas comenzaran a salirme bien? ¿Tanto era pedir?
Me eché las manos al rostro conteniendo las ganas de gritar y dejar que toda la frustración se escapara de mi interior. En cualquier otra ocasión habría corrido hasta Chris o Aly y les había dicho “eh chicos, ¿podéis ayudarme?” mas no aquella vez; estaba sola.
O quizás no.
—La has cagado pero bien –dijo Patrick sentándose a mi lado.
—Gracias, no me había dado cuenta –ironicé y el gato negro soltó una risa.
A pesar de lo magullado, herido o cansado que estuviese, se mantenía lo más cerca posible de mí, manteniendo siempre su peculiar humor. A menudo me preguntaba si precisamente aquello era una de las cosas que me animaban a seguir adelante.
—Los humanos sois más curiosos de lo que llegué a pensar –soltó Patrick de repente y, al ver mi cara de perplejidad, prosiguió–. Es obvio que en cualquier momento le irás a pedir perdón a Chris, ¿por qué no lo has hecho ya? Os gusta torturaros con errores que habéis cometido otras veces o que habéis visto anteriormente. Ah, de verdad que no os comprendo.
—¡No voy a disculparme ante Chris! Es él quien debería hacerlo, ¡no yo! –exclamé furiosa.
—Habló la orgullosa –contestó él con una sonrisa burlona en el rostro–. Allí de donde procedo la gente es como tú: testarudos, obcecados y con tanto orgullo que podrían llenar un libro con él. Sin embargo, no te llegas ni a imaginar las peleas que hay… o habían. Fue precisamente eso lo que condenó a gran parte de nuestra raza, Hope. Por una vez déjalo a un lado y ves a hablar con él. Los amigos de verdad, aquellos que permanecerán a tu lado ocurra lo que ocurra, se pueden contar con los dedos de una mano. ¿Estás dispuesta a perderlos?
Las palabras de Patrick eran la verdad que tanto me esforzaba por ignorar, y lo sabía. ¿De verdad mi orgullo era tan inmenso? Ni siquiera me había permitido ver la realidad, incluso la había ocultado. Sin las palabras del gato probablemente no me habría levantado viendo las cosas de forma diferente, como debería haberlo hecho antes.
—Que sepas que te odio por esto.
—Deja de soltar estupideces y corre a por tu amigo.
Y eso fue precisamente lo que hice.
☆★
El trayecto hacia casa de Chris se me hizo eterno: mi mente había optado por hacerme recordar todos los buenos momentos que habíamos pasado juntos, todas las risas que nos habían mantenido pegados a la pantalla del móvil durante horas y horas, los golpes físicos y emocionales que habíamos sabido superar. Y por mi orgullo podría perderlo todo. Mi orgullo y Jace. Deseaba odiarle, detestarle, echarle la culpa de todo lo que había ocurrido. Sin embargo la verdad era tan clara que me resultaba imposible. Jace no era el culpable, no me engañaría a mí misma. «Es tu error Hope, basta de mentiras. Todos cometemos faltas, unas más grandes que otras, pero saberlas reconocer y arreglarlas es lo que nos hace aprender; es lo que nos convierte en lo que somos.»
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La Cazadora de Brujas [Editando]
FantasíaMantener un secreto puede destruirte, tener un gran poder significa hacer un gran sacrificio. Hope Harris es una chica común de dieciséis años. Tiene una vida completamente normal, hasta que un día una misteriosa voz la conduce hasta el secreto mej...