Un viaje accidentado

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¡Dale Ana! -Gritó Valentín desde la puerta de su casa- ¡Es un viaje largo, vamos a llegar tarde!

Y justo cuando terminó de decir aquella frase, Ana apareció bajando la escalera.

-Ya estoy lista, dejame en paz ahora, ¿si? - le respondió Ana

-Bien, vamos - y salieron los dos de la casa y se dirigieron al auto.

Ana y Valentín eran hermanos. Valentín tenía 19 y Ana apenas 12. Sus padres habían muerto hace ya 3 años, en aquel tiempo Valentín tenía 17, pero estaba emancipado. Las peleas entre ellos eran constantes, siempre discutían por algo. Seguramente era por la corta edad de Ana, y más todavía que estaba entrando en la adolescencia.

Esa misma tarde tenían un Cumpleaños en Buenos Aires, pero primero tenían que pasar a buscar a la novia de Valentín, Sol. Sol era un año menor que Valentín, y siempre intentaba calmar las peleas entre su novio y Ana. No le gustaban las peleas, pero tenía una personalidad fuerte y no dejaba que nadie le pase por encima. Eran novios con Valentín desde hacía 10 meses. Se conocieron en un bar, él fue con sus amigos y ella con sus amigas y por alguna casualidad de la vida cruzaron sus miradas y ambos quedaron enamorados uno del otro.

Unas vez que llegaron a la casa de Sol, Valentín se bajó del auto, fue hasta la puerta y tocó el timbre. Después de unos minutos salió Sol, impecable como siempre. Vestía un vestido corto de colores y unas chatitas negras. Valentín se quedó mirándola unos segundos hasta que Sol interrumpió el silencio.

-¿Qué pasa? - preguntó - ¿Tengo algo?

-¡No! Jajaja - dijo Valentín - Estas hermosa, eso es. - Y le dió un beso - Bueno, vamos.

 Se subieron al auto y partieron.

-¿Por dónde vamos a ir? - preguntó Sol, al cabo de unos minutos.

-Eeh, por la autopista a Buenos Aires, - afirmó Valentín - es la ruta más rapida y segura.

Buenos Aires estaba a unas 5 horas del pueblo, que de pueblo ya no tenía mucho porque en los últimos años fue creciendo a pasos agigantados. Sin embargo, a pesar de ser ya un ciudad pequeña, seguía teniendo alma de pueblo. A Ana no le gustaba mucho el lugar, ya había ido a Buenos Aires y se había enamorado de aquella ciudad. Ya le había dicho a su hermano que se quería mudar a una ciudad, pero obviamente eso no iba a suceder jamás. Otro de los tantos motivos de las peleas entre ellos. 

Ya habían pasado un par de horas de viaje cuando a lo lejos empiezan a ver una cola interminable de autos, de por lo menos 10 o 15 km. 

-Mierda.

-¿Qué pasó? - preguntó Ana, en un tono entre duda y exclamación.

- No se, va a haber que preguntar - respondió Valentín

- Mirá, ahí hay un policía, le voy a preguntar - dicho esto, Sol bajó la ventanilla y le preguntó al policía por el embotellamiento.

- Hubo un accidente, a unos 10 km de acá - contaba el oficial - un camión lleno de madera volcó. El camino está bloqueado y como es feriado va a tardar en llegar la ayuda.

-Gracias.

- ¿Y ahora? - se preguntaba Sol.

- ¿Les molesta que tomemos un atajo por un camino de tierra? - dijo Valentín - Conozco un camino que después se une de nuevo a la autopista, va por el medio de un bosque.

- Ok, vamos por ahí, no hay opción.

Valentín dio vuelta por la banquina, hizo unos kilométros por al lado de la autopista y se metió en un camino que recorría el interior de un solitario bosque. Un bosque dueño de secretos y almas sin esperanzas...

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Lo que nadie vióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora