Una tarde lluviosa, el sonido de la lluvia lo tranquilizaba, lo hacía entrar en un ambiente relajante, podía estar bien por un momento.
Se encontraba acostado en su cama, mirando en dirección hacía el techo, no tenía nada que hacer. Un sonido interrumpió el tranquilo y silencioso ambiente. Una notificación llegó a su celular, este no lo miro, mucho menos le interesó lo que transmitía el mensaje. No quería saber nada ni de nadie, solo quería estar el solo.
El celular sonó varias veces. Llegó un punto en el cual se harto y tomo el celular de mala gana, al encender la pantalla de inicio, observó la bandeja de mensajes. Tenía muchos mensajes de su vecino del norte Estados Unidos, no se llevaban mal, ambos eran complicados. Son buenos amigos, aunque el sentía algo más, en pocas palabras, sentía amor.
Accedió a los mensajes, y rápidamente se dirigió al chat de Estados Unidos.
"Tenemos que vernos, necesito tu ayuda"
Era lo único que ponía, no había nada más que eso. México apagó el celular y se levantó de su cama, se dirigió en dirección a la ventana, la observo por unos minutos para luego darse cuenta de que la lluvia había parado, al menos por ahora.
Soltó un suspiro pensado. Se dirigió a su armario para posteriormente cambiarse de ropa, mientras lo hacía, pasaban por su mente preguntas relacionadas con el mensaje que le llegó de Estados Unidos.
"¿En qué necesita que lo ayude? Y ¿Por qué ahora?"
Preguntas de ese tipo de hacía, por otro lado estaba feliz, pues vería a su "crush". Realmente lo amaba, aunque Estados Unidos solo lo viera como un simple amigo, realmente lo amaba y no dudaría en hacer lo que sea por el.
Termino de cambiarse, tomo las llaves de su casa y salio. No sabía con exactitud en donde podría estar Estados Unidos, pues no le dijo, pero, supuso que estaría en un puente no muy lejos de su casa. Pues en ese lugar siempre se encontraban los dos.
Al llegar al lugar, se encontró con Estados Unidos, había acertado donde estaría. México lo saludo de mano, esté solo lo miró. México dejo de hacer ese acto y se dirijido a este, sin algún otro acto emocional o físico, prosiguió a hablar.
—¿Para que me llamaste?
—Bueno, quería preguntarte una cosa. — volteó hacia él — ¿Eres experto en el amor?
Esa pregunta no la esperaba para nada, lo miro de forma curiosa. Estados Unidos no es una persona interesada en el amor, era una de las razones por las cuales no le confesaba su amor. México dejo de observarlo, volviendo a enfocar su mirada en el lago que cruzaba el puente.
—Algo, ¿Ah qué va esa pregunta?
—E-estoy enamorado.— trago en seco, tenía que pensar muy bien lo que diría.— E-estoy enamorado de P-perú.— dudoso de sus palabras, hablo.
Una confesión directa. Parecía que el tiempo se detuvo para México.
—Es por eso que te cite aquí. Quiero pensar que conoces perfectamente a Perú, quería que me dieras consejos para enamorarlo, o hacer que se fije en mí. Yo... realmente lo amo.
México salió de su trance. Miro a su vecino, quien tenía su vista posada en el lago que cruzaba el puente. La noticia fue una completa sorpresa, no se esperaba aquello. Decir que no le dolía sería un error, Estados Unidos, la persona que ama, está enamorado, y de alguien peculiar.
Pero, aunque le doliera, el lo ayudaría. Eso hacen los bueno amigos, ¿no es así?
—Bueno, no lo conozco del todo, pero intentaré hacer lo posible por ayudarte.— contesto sonriendo.
El americano lo miro sorprendido, no podía creer que lo ayudaría. Mostró una sonrisa sincera y de manera inesperada lo abrazarlo.
—Gracias.— susurró al odio del mexicano, aún abrazándolo.
De manera lenta y torpe, acepto el abrazo.
—No me lo agradezcas.— contestó.
Tal vez lo que hacía estaba mal. A pesar de ello, México quiere ver feliz a Estados Unidos, aún sobre su felicidad.
Porque eso hacen los amigos, los buenos amigos.
México le contó a Estados Unidos algunas cosas que sabía de Perú. No eran muy cercanos, pero escuchar a otras latinos hablar de Perú, le había servido. Después de su pequeño encuentro, ambos se despidieron.
Mientras Estados Unidos caminaba en una dirección contraria a la de México, este obserbava de manera dolorosa, como la persona que amaba, se alejaba de él. Tenía el corazón roto, pero no podía hacer nada, ya era demasiado tarde. El sonido de los truenos en el cielo se empezó a hacer presente. Volvería a llover, pero no le importaba al mexicano.
Sin previo aviso, empezó a llover, empapando a México. Realmente no le importo, seguía en sus pensamientos. Ahora, se encontraba caminando hacia su casa, caminaba a paso lento, se sentía fatal.
Al llegar a su casa, de igual forma, entro a paso lento.
La ropa mojada comenzó a dejar gotas de agua, ensuciado el piso. México se dirigió hacia su habitación, se cambio de ropa y se dejó caer en su cama.
Al poco rato empezó a llorar de manera descontrolada, abrazo su almohada en forma de consuelo. Su garganta empezó a doler, su vista se veía borrosa por las lágrimas.
Esa tarde no despertó para nada, quería estar solo. Su único consentimiento era su almohada, pero no ayudaba mucho, no era un ser viviente.
La noche se hizo presente. México seguía dormido. La triste y dolorosa noticia por parte de Estados Unidos, lo había undido en lo que se conoce como la etapa de la "depresión".
Aún así, después de todo, seguían siendo amigos, ¿verdad?
"No dejaste de gustarme, solo acepte que lo nuestro no se podía".
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Suicidio
FantasyUna historia que relata el como la vida de México empieza a desmoronarse poco a poco. La relación que había formado con aquellas personas que amaba, fue destruida en cuestión de segundos. Ante la imposibilidad de que todo volviera a la normalidad y...