Capítulo 10

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

—¿Tú me quieres matar de un infarto? —le dije a la persona que estaba enfrente mío.

—Lo siento, solo que quise saludarte, ya que te vi en la entrada con Samanta.

—Tu definitivamente eres más saludable que el pan —le dije y él sonrió.

—Tienes razón, soy muy saludable, pero además soy amable, sin mencionarte que soy guapo, muy guapo.

—Eduardo tú siempre tan modesto —le dije mientras me reía.

—Algo así —me dijo y se sentó en mi cama —¿cómo te fue en París?

—Muy bien, el compartir con Olivia y Samanta me fue de gran ayuda.

—Me alegra saber eso, ¿ya te sientes mejor respecto a Edward?

Lo miré y suspiré.

—Yo creo que sí.

—Me alegra saber eso y Samanta ¿para dónde se fue? ya que cuando venía para acá la vi pasar.

—Fue por nuestro horario.

—Entiendo, Damián cuando supo que Samanta había vuelto se puso demasiado feliz, me imagino que debes de saber que él se muere por Sammy.

—Si, ya lo sabía, creo que Damián es muy evidente cuando se trata de mostrar sus sentimientos —le dije a Eduardo y él asintió.

—Tienes razón, él es muy evidente, pero es que Damián se muere por Samanta —me dijo mientras se cruzaba de manos.

—Damián es un gran chico y a mí me cae muy bien, en realidad bastante bien —le dije y Eduardo sonrió.

—¿Y yo cómo te caigo? —me pregunto con una sonrisa bastante amplia, tanto como la del gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Tu sabes que siempre me has caído muy bien, y por eso es que no te demando por ahorita casi matarme de un infarto —le dije.

—Me disculpo por eso, yo solo quería saludarte, más no matarte —él me ofreció su mano.

—Acepto tus disculpas —le dije y acepté su mano.

—¿Ya comiste? —me pregunto.

—Eh no.

—Entonces vayamos a comer, escuché que en la cafetería hay unas maravillas de cosas —me dijo mientras se ponía de pie.

—Claro, vayamos a comer, solo espera yo subo está maleta —le dije y él asintió.

Yo comencé a caminar, voy a poner esta maleta encima del armario, ya que no sé dónde más ponerla y dejarla por ahí sería un estorbo, acerque una silla, pero no me percaté de que tenía una pata mala, así que se empezó a tambalear y yo a temblar.

Amelia, quédate conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora