Capítulo 6 Parte "B"

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Debido a las horas que llevaba aguardando por Terry, como otra columna más de aquel edificio, Susana se convirtió.

La portera, habiendo salido de compras, la había invitado a pasar, pero la rubia, usando la cabeza, había rechazado el ofrecimiento por dos "sabias" razones, una: porque según el consejo de su madre, no era el adecuado comportamiento de una señorita husmear en la privacidad de un joven soltero, y segunda porque la actriz sabía que si su compañero de tablas la encontraba en su departamento, más problemas se ganaría con él. Así que, prefirió padecerlo todo y esperar afuera por Terry quien parecía no tener intención alguna de regresar a casa temprano.

Cuando así lo hizo, al actor le dieron ganas de desaparecer al verla platicando amenamente con la cuidadora. Entonces, aprovechando que la rubia estaba de espaldas, Terry decidido estaba a girarse y emprender otro camino. Pero su cansancio y los planes a llevar a cabo para el siguiente día, lo hicieron cambiar de parecer y se dispuso a llegar.

Al notar su presencia, por supuesto, Susana no tardó en cuestionar su paradero; y gracias a que en ese momento arribó un uniformado hombre preguntando por:

— ¿Terruce Granchester?

La chica no recibió su merecida dotación de majaderías de esa hora porque Terry se dedicaba a confirmar:

— Sí, soy yo.

Al identificado se le informaba:

— Telegrama para usted.

Por segundos, el rostro del actor se disfrazó de sorpresa. Consiguientemente de recibir el sobre, leyó el remitente, mejorando su gesto al pedírsele:

— Firme aquí, por favor.

No obstante, todavía no regresaba la pluma cuando se quiso saber:

— ¿De quién es, Terry?

Porque él la ignoró y llevó lo recién recibido a la bolsa de su chaqueta, se le volvería a interrogar:

— ¿No quieres enterarte?

Debido a que no hubo respuesta, Susana inquiría:

— ¿Qué tal si es importante?

— Y si lo es —, finalmente él habló para declarar: — ¡no es algo a que a ti deba interesarte!

— Pero...

— ¡Es suficiente, Susana! ¿de qué manera te haré entender que ¡me exasperas!?

— ¡Terry!

Gracias a que su nombre había salido de la boca de la portera, el joven la miró, y ella notó el ceño seriamente fruncido del inquilino, que seguido de agradecer monetariamente el servicio ofrecido y sin despedirse, a largas zancadas fue a su departamento para enterarse del contenido del sobre que se rasgó al mismo tiempo que se preguntaba:

— ¿Qué demonios querrá el ilustre Duque, Eleanor? Pero lo principal, ¿cómo es que tú mantienes contacto con él?

. . . . . . . . .

Habiéndose visto a Archie sumamente decidido, Albert corrió detrás de él para hacerlo entrar en razón, o por lo menos a que aguardara a que toda esa celebración se acabara para sentarse y planearlo mejor.

Aceptada la petición del patriarca, Archie volvió al interior de la mansión, devolviéndole con su presencia, el alma al cuerpo a la matriarca que no cesaba de agitar su abanico y fingía sonrisas con el grupo de mujeres que le rodeaban.

Pero en lo que Albert hubo salido para convencer a su sobrino Archie, las amigas de Candy habían buscado el jardín para hablar a solas, siendo el siguiente exclamo por parte de Patty:

— ¡¿Entonces, las religiosas lo saben?!

— Sólo la Hermana María, porque Terry se la encontró cuando vino a Chicago. Además, ella también estuvo aquí para informarse de Candy, pero se entrevistó con Neil y éste... ¡la corrió!

— ¿Y por qué no querías que los demás lo supieran?

— Como un favor a Terry y a la Hermana María quien me lo pidió encarecidamente cuando fui a verlas.

Flash Back

Los niños en el Hogar de Pony jugaban alegremente; y en lo que unos corrían hacia la Colina, otros ya se colgaban de las ramas del Padre Árbol.

Jimmy, el cual yacía en la cima de éste, anunció fuertemente:

¡Visitas! —. Y desde arriba, se giró hacia las encargadas: — ¡Señorita Pony! ¡Hermana María! ¡Tenemos visita!

Los corazones de las religiosas latieron rápidamente, pidiendo una con fervor que fueran noticias buenas acerca de Candy, pero al ver que se trataba de su Annie cuando descendió del auto, la morena ojo azul, llevando regalos para sus pequeños hermanos, se entretuvo con ellos y evadió fácilmente las cuestiones de la Señorita Pony. Así que, conociendo de ellos...

Mis padres fueron por mí; y como el señor Andrew había dado la orden de que su familia aguardara por él, yo salí primero de Londres.

Pero según se ha anunciado el señor Williams estará pronto en América y...

... y toda su familia también, incluida a Candy ¡ya lo verá!

Y si en aquel entonces, Annie pensó que había dejado conforme a la Señorita Pony, los ojos que a la dos jóvenes miraban, destellaron con maldad y así se sonrió al intrigar un ataque, indirectamente contra Candy, ya que, al saber el cariño que aquella buena mujer le tenía, bueno, le dolería mucho saber que su hija preferida, en verdad nunca llegó con el Tío Abuelo, porque ella... ¡estaba desaparecida!

MELODÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora