Capítulo 4: El momento de partir

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...¡Qué mareo! ¡Menos mal que había cerrado los ojos! A saber que me hubiese pasado si los hubiese mantenido abiertos durante el viaje...

Estaba sentada en un suelo tan limpio y enlutado, que me podía reflejar en él a la perfección. En cuanto los ojos se me aclararon, giré la cabeza a ambos lados en pos de encontrar al Grifo. Lo divisé. Estaba a mi derecha, sentado sobre sus patas traseras, estirado y mirando hacia adelante. Tenía una cara impasible. Dirigí mi mirada en aquella dirección. Cual no fue mi sorpresa de encontrar un ángel como yo. Era un chico. No sabría calcular su edad. Lo veía algo borroso, la luz cegadora de detrás de él no me dejaba verle bien. Estaba volando hacia atrás.

-Es la hora...

Su voz se distorsionaba. Alzó el brazo derecho hacía a mí, tendiéndome la mano. El Grifo cerró los ojos, como si fuese obvio lo siguiente que tendría que hacer.

-¿A qué esperas? Es tu hora de partir.

-Pero...

-Es la hora.

Me levanté y alcé mi brazo izquierdo para cogerle la mano. Sus alas creaban una brisa muy agradable que me ondeaba el cabello. Cerré los ojos. Notaba como la luz lo inundaba todo. No pude evitar que me naciese una sonrisa en medio de la confusión. No pude ver su cara, pero me sentía a gusto aun no sabiendo con quién estaba. Solo con su presencia mis dudas parecían estar resueltas, o por lo menos no preocuparme por ellas. Era como estar en el paraíso sin estarlo.

-No te preocupes, pronto nos reencontraremos...

Me susurró. Yo estaba con los ojos cerrados... el viento era agradable, su mano me agarraba con vitalidad, pero ahora, aún más, como si no me quisiese perder...

...Me acorde. Odio el pitido de la TET antes de recibir un mensaje por telepatía del Grifo...

...PIIIIIIIIIIIIIIIIIIII...

Between Life and DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora