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Estiro mi mano pero no hay nadie para agarrarla

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Estiro mi mano pero no hay nadie para agarrarla

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Sábado, 30 de junio de 2018

Mal. Todo mal. Un desastre público.

Esa noche habían quedado para ir a dar un paseo disfrutando de la tranquilidad y el fresco, y se habían parado en un banco de un callejón relativamente vacío, poco transitado. Minho y Chan charlaban sobre algo, el australiano riéndose ante la frialdad con la que el otro expresaba sus ideas, mientras Felix se abrazaba a su amiga. De pronto, vieron a Hyerin, su compañera de clase, que volvía sola a casa. Haru quiso acompañarla lo que le quedaba de trayecto, pero ella se negó repetidas veces, explicando que estaba a pocos minutos. Se quedó junto a ellos, curiosa por saber más de aquellos dos a los que no conocía. Fue entonces cuando la única chica que había antes de su llegada le ofreció sentarse a charlar, a lo que la chica no se negó, pero Haru maldecía el momento que quiso ser amable con alguien a quien apenas conocía, por primera vez en su vida. Porque Hyerin era muy amable, sí, pero también muy caótica.

Hyerin pidió que la esperaran, que iba a ir a por algo a su casa, que estaba cerca pues ya casi llegaba. Veinte minutos después volvió con vasos de plástico, un par de botellas de alcohol y refrescos para hacer mezclas. La miraron exaltados.

- Hyerin, somos menores, no podemos beber. Y menos en la calle - habló Felix, nervioso.

- Apostaría mi mano derecha que ya habéis bebido antes.

- Pero, ¿y si nos pillan?

- No lo van a hacer si no hacemos ruido. En esta calle solo viven personas mayores, y tampoco es que estemos a la vista de todo el mundo - colocaba los vasos de plástico en el suelo y comenzaba a servirse un poco de vodka-. Tranquilos, si pasa algo asumiré yo la culpa. Espero que os guste esto...

- Sabes que nos meterás en un lío a nosotros, que somos los mayores de edad - habló Chris, haciendo énfasis en las últimas palabras-, ¿verdad?

- Mmm... ¿Qué prefieres? Lo siento, no tenía soju.

El australiano suspiró, señalando una botella a su derecha, haciendo sonreír a la joven. La noche se torció a partir de ese momento. Haru se sirvió solo un vaso, Felix, en cambio, solo tenía refresco. Los dos adultos bebían sin problema, sin afectarle lo más mínimo, aunque Chan miraba de vez en cuando en todas las direcciones para asegurarse que nadie les llamaba la atención. Poco antes de medianoche, Felix se marchó a casa, solo. Minho hizo lo mismo un tiempo después. Hyerin no tenía fondo, ni tolerancia al alcohol, por eso no tardó en quedarse medio dormida. No podía mantener los ojos abiertos, y mucho menos llegar a su casa caminando.

Haru agradeció que la "fiesta" hubiese llegado a su fin. Había estado todo el rato tensa, pero se encargaba de tranquilizar al pobre Felix, que bajo ningún concepto quería quedarse ahí, pero tampoco quería dejar a su amiga sola.

- Creo que va siendo hora de recoger - sugirió Chan-. ¿Te acompaño a casa? Es tarde.

- Debo volver rápido, la verdad, pero no podemos dejar que Hyerin vuelva sin supervisión.

- Yo la acompaño, no te preocupes. Podemos ir primero a su portal, y después a dejarte a ti. Tu casa no está tan lejos, si mal no recuerdo, ¿no?

- No, de hecho está un poco más arriba de casa de Hyerin. 

Gracioso que lleve yendo a la misma clase que yo toda la vida y hoy hemos descubierto que somos casi vecinas.

- Pues, si te parece bien, lleva tú las botellas para tirarlas. Yo ayudaré a Hyerin a caminar.

Haru asintió. Por suerte habían gastado todo, así que la otra chica no tenía que cargar con nada, corriendo el riesgo de romperlo. Después de pelear un poco, Hyerin se dejó coger por el australiano. Llevaba a la chica en la espalda, agotada y mareada. Miró a Haru, y cuando ambos estuvieron listos, empezaron su trayecto, siguiendo las pobres indicaciones de Hyerin.

- ¡Es aquí! - grito la chica tras diez largos minutos de paseo.- Gracias, chico, debes estar cansado. Aunque eres fuerte. ¿Te queda energía aún?

- S-Sí, ¿por qué?

- Por que acabo de recordar que vivo en un cuarto piso y el ascensor está estropeado. Ayuda - habló, arrastrando las palabras. Haru no pudo evitar reír ante la cara de pánico del mayor.

- Claro, no pasa nada. Haru, ¿vienes?

- No, Chris, no te preocupes. Tú acompáñala, yo debería marcharme. Es muy tarde, y mi padre ya me está enviando mensajes, diciendo que dónde estoy y que si viene a recogerme.

- ¿De verdad?

- Si, en serio, no te preocupes. Piensa que solo tengo que subir esta calle de aquí, cruzar la plaza, pasar por un último callejón y girar a la izquierda - explicó, señalando al aire.

- Bueno... - empujó a Hyerin hacia arriba con sus brazos, ya que se resbalaba al no agarrarse con fuerza.- Tu ves despacio que te alcance.

- No hace falta, estoy realmente cerca. Cuando bajes, ya estaré en mi casa.

- Vale... Bueno, pues... Ten mucho cuidado y descansa, ¿okay?

- Lo mismo digo. Buenas noches, Chan. Buenas noches, Hyerin.

La chica balbuceó algo, haciendo reír a Haru. Cuando los vio dirigirse a la portería, intentando que Hyerin sacara las llaves, siguió su camino.

No quería molestar a Chan. No había nadie por la calle y estaba prácticamente al lado, podía ir sola. Todo estaba en silencio, solo resonaba el eco de sus pasos. Aún así, caminaba a paso rápido, no quería llamar a la mala suerte y atraer a algún indeseado. Últimamente había visto muchos videos donde seguían a las chicas que habían bebido alcohol de camino a sus casas y trataban de colarse en estas. 

Empezó a alarmarse con sus propios pensamientos y recuerdos, e inconscientemente aceleró el paso aún más. Ya estaba en la última calle, prácticamente podía ver su portal, cuando comenzó a escuchar pasos cerca de donde se encontraba. Alguien estaba corriendo, y posiblemente hacia ella. No quería girarse, simplemente deseaba estar a salvo en su casa. Comenzaba a ponerse más nerviosa aún.

Pero antes de que pudiera asustarse o salir corriendo, el sospechoso ya estaba a su lado.

- ¡Te dije que fueras despacio! - Chan. Afortunadamente, conocía al causante de su mini ataque al corazón. El chico vio la cara blanca de su amiga, y se preocupó - P-Perdón, no quería asustarte. Pero tampoco creía conveniente gritar en mitad de la calle a estas horas.

Una risa nerviosa por parte del chico fue todo lo que necesitó para que su pulso volviera a la normalidad.

Una risa nerviosa por parte del chico fue todo lo que necesitó para que su pulso volviera a la normalidad

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~04052021

「 水 」INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora