¿Simplemente era Megumi? ¡¿Simple?!
El chico era demasiado hermoso como para pasarlo por desapercibido o solamente etiquetarlo como simple, si bien podían confundirlo hasta con una obra de arte; no se merecía menos. Podrían pensar que estaba exagerando, pero de tan sólo verlo por unos instantes él ya había pensado que ya se encontraba en el cielo por tan bello ángel que pasaba a su lado y sumándole su nombre, le lograba una bonita combinación.
—Bien clase, necesito que tomen nota porque este tema sólo lo repetiré por única vez. —Retumbó una voz femenina por las cuatro paredes y fue la que lo sacó de su ensoñación.
Confundido, Yuta miró hacia varios ángulos para identificar en qué lugar se encontraba ahora y al ver algunas maquetas en las mesas del fondo y pósters pegados en las blancas paredes sobre átomos y cuanta cosa, supo que había llegado al salón de química, no sabía el como llegó hasta ahí pero lo más probable es que Yu lo hubiera arrastrado hasta aquí al ver que sus pies seguían en el aire. Sacó un par de bolígrafos de su estuche y abrió la libreta en una hoja limpia para comenzar a anotar sobre el tema que impartía la profesora Ieiri, ya le daría las gracias más tarde en algún momento en el que no se viera tan concentrado mirando las fórmulas escritas con plumón azul en la pizarra.
Con la flojera carcomiendo su ser inició a escribir la fecha en la parte superior de la hoja, en ese instante la puerta del aula se abrió lentamente provocando un bajo chirrido por las bisagras a falta de aceite y Yuta, que tan sólo necesitaba un mínimo sonido para despegarse de sus obligaciones de estudiante, levantó la mirada para enfocarla en la persona culpable de su distracción.
Cómo había mencionado con anterioridad Megumi Fushiguro era una maldita escultura de mármol, sus padres tal vez eran dos artistas para engendrar a tan magnífico ser, sus rasgos eran finos y su nariz pequeñita y respingada fue esculpida con cierta delicadeza temiendo echar a perder alguna parte de su rostro, sus preciosos ojos que le robaron el aliento apenas los notó le recordaban al océano más salvaje de la tierra y aquellas egoístas pestañas, tan largas para hacerse notar y no ser opacadas por los llamativos iris; ellas también querían ser el centro de atención. Sus delgados labios relucían como si se hubiese colocado algún tipo de brillo invitándote a saborearlos y adivinar el sabor dulzón de aquel lipstick, y su cuerpo, tan delgado pero estético que le daba la noción de que el menor hacía alguna clase de rutina deportiva; todo él era espectacular, no podía ser llamado simple.
Se sorprendió un poco al ver que Fushiguro tomaba asiento a tres puestos de él, si bien se encontraba en la tercera fila y el de ojos azules en la primera había un espacio suficiente para poder apreciar su delicado perfil, apoyó el mentón en la palma de su mano y dibujó en su mente la silueta de este, no quería perder ningún detalle de su nuevo compañero de clase. Ignorando lo que pasaba a su alrededor, Megumi comenzó a anotar todo lo que se encontraba en el pizarrón mientras la voz de su profesora explicando un par de ejercicios se oía de fondo, a pesar de no haber estado los primeros minutos de clase sabía muy bien de lo que se trataban por lo que resolverlos se le hizo práctico, no obstante, dejó su lápiz en su escritorio al sentir como alguien estructuraba su mejilla, giró lentamente su cuello en la dirección que le indicaba su sentido, se dio cuenta que era el mismo chico con el que se había topado en las escaleras y este, al ser descubierto, sus mejillas se incendiaron y apartó rápidamente la mirada esperando a que la tierra se lo tragara.
Dios, que vergüenza. —Comentó en su mente.
El rojizo de su rostro se intensificó más cuando escuchó la sutil risa de Megumi, era linda como todo él, nuevamente lo miró, observó como este negaba y continuaba escribiendo en su libreta, a pocos minutos de terminar la clase, Yuta por fin le puso atención a su actividad.
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𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊
Teen FictionMegumi Fushiguro es lo más importante para Sukuna Ryomen, lo demuestra con cada mimo, con cada flor que ve en las calles y con cada caricia que le da por las noches. Sin embargo, la llegada de un nuevo alumno en el Instituto en el que asiste su prec...