Vacaciones de Verano

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—Esto es grave, muy grave

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—Esto es grave, muy grave. ¿Por qué no esperé los dos años como te prometí? La concha de su madre.

Emiliano caminaba en círculos en el living del departamento de Dolores, luego del último día de clases. No dejaba de atormentarse porque se sentía culpable de que los hayan descubierto.

Hipotéticamente hablando, claro está.

—Bonito, tranquilo. Si lo leés con atención, no dice nada sobre nuestra relación. Habla de un secreto, sí, pero no precisamente tiene que ser el nuestro. ¿Y si es otra cosa? ¿O alguna broma de mal gusto de tus compañeros?

—No, Dolly... Tiene que ser eso, nos vieron. Pero no me preocupa por mí, me preocupa por vos. Yo me cambio de colegio y se acabó el asunto. Pero vos no vas a poder volver a trabajar de profesora en ningún lado, sin contar con que van a dejar tu reputación por el suelo.

—Emi... Ni que fueras menor de edad, ya sos un hombre, si tengo problemas... Ya fue. Siempre puedo encontrar otro trabajo, o puedo seguir escribiendo ensayos, las ventas de Semántica de lo Coloquial no están tan mal, eh...

—No sé si zamarrearte para que reacciones y dejes de minimizar esto, o besarte y felicitarte por tu positivismo.

—Resiliencia. —Dolores se levantó la remera desde su lugar y señaló su tatuaje—. Me lo enseñaste vos. Lo que sea que pase, lo vamos a superar juntos, como la pareja que somos. Dejá de preocuparte, bonito. El año ya terminó para vos, pensá en que apenas terminen las mesas de diciembre, nos vamos a Valeria del Mar a pasar la Navidad y recibir el año nuevo. Si nos descubrieron, yo debería recibir la misma nota, ¿no pensaste en eso?

Emiliano frenó su caminata absurda y la observó con atención.

—No... ¿Te fijaste bien?

—Vamos a fijarnos así te quedás tranquilo.

Dolores dio vuelta su cartera en la mesa del comedor. Revisaron absolutamente todo, cada hoja de su cuaderno, el libro que llevó el último día, cada bolsillo del bolso. Y nada.

—¿Lo ves? Seguro fue una broma de mal gusto. O quizás alguna ex novia en otro curso —sopesó en voz alta.

—Imposible, mi última novia fue como a los dieciocho. El resto fueron todas sin etiquetas. Y mi última relación fue con la casada, y después de terminar nunca más supe de ella. No, no creo que sea eso.

—¡Cierto! Algo me habías hablado de ella, pero no me contaste los detalles. Ahora me cierra en dónde aprendiste a andar a escondidas —comentó con una sonrisa pícara—. Voy a preparar algo de comer, y quiero todo el chisme.

Dolores se internó en la cocina dando saltitos, mientras Emiliano reía por lo bajo. Cualquier mujer se hubiera sentido incómoda de saber sobre una relación pasada, y sin embargo ella se mostraba expectante por saber.

Y así fue, Emiliano le contó los detalles de la relación con la encargada de selección de la cadena de deportes, cómo se escondían, en que momentos se veían. Y Dolores solo tomaba nota mental para el siguiente año escolar.

Ambos se relajaron y se olvidaron de la nota, ninguno estaba dispuesto a condicionarse, mucho menos con las clases finalizadas. De todos modos, esperaron prudentemente a ver si en la semana de exámenes de diciembre Dolores recibía una nota similar.

Pero nunca llegó.

Ya más relajados, y sin compromisos académicos para ambos, se fueron de vacaciones a Valeria del Mar. Pasaron la Navidad y el año nuevo más romántico en la playa, y aprovecharon para seguir mostrándose de la mano en público. O como Emiliano decía, «para tener un noviazgo normal».

De regreso a la rutina, ya en el nuevo año, Dolores aprovechó el verano para planificar su próximo libro, esta vez, de ficción. Emiliano, por su parte, al volver de las vacaciones fue ascendido a encargado de tienda. Y no podía estar más feliz porque tenía control total de los horarios. Sin abusar de su nueva posición, podría acomodar a gusto sus horarios laborales para pasar un año más en las sombras junto a Dolores.

El verano voló, y se llevó con él esa fantasía de pareja normal. Ambos estaban en el mejor momento de su relación, ya con la experiencia del año anterior para afrontar el último año prohibido. Tenían todo planeado, aguantar como lo hicieron durante el tercer año de Emiliano, y luego de su graduación, no solo se relajarían frente a la sociedad, sino que iban a ir más allá. Emiliano le pidió matrimonio la noche de año nuevo en la playa, y Dolores aceptó feliz de unir su vida a la de él. Esa promesa era el motor para aguantar un año más como amantes furtivos.

Aquella nota misteriosa quedó en el olvido y en la basura. Lo que no sabían, era que resurgiría de las cenizas el primer día de clases.

 Lo que no sabían, era que resurgiría de las cenizas el primer día de clases

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