Cuentas las malas lenguas que una casita construida en el siglo XIV pasaba de mano en mano, pues sus propietarios nunca lograban estar mucho tiempo allí. En ocasiones, permanecía vacía esperando nuevos dueños; otras, algunos osados se atrevían a establecerse allí ignorando, pobres de ellos, que sería su desgracia.
El tiempo evidenciaba que dicha decisión había sido un error y, paulatinamente y gracias a los cuchicheos, un cuento de terrores y maldiciones corrió por el lugar. Quienes no acababan marchando en vida, lo hacían en muerte; mientras, la casa permanecía allí desafiando a cuanto valiente creyese ser capaz de adueñársela, hasta que la valentía pareció extinguirse.
Antes de que la Edad Media hubiese alcanzado su fin, aquella morada se convirtió en una edificación abandonada donde nadie se atrevía a entrar, pues, sabían, nada bueno sucedería. Con el pasar del tiempo y el devenir de nuevas etapas, foráneos llegaron al poblado clamando tener derecho de apropiarse de aquellas tierras y cuanto hubiese allí. Fue una época complicada que resultó en nuevas construcciones sustituyendo las abandonadas, siendo éstas de un estilo distinto al de la zona. Las fincas disponían de nichos profundos para puertas y ventanas, hermosas molduras en los marcos y suelos de terracota. Algunas, disponían de bellos arcos en patios y porches, así como rejas y barrotes de hierro bien trabajado. Los distintos propietarios competían por tener una belleza arquitectónica superior al resto.
Por trucos del destino, donde una vez hubo una finca cargada de desgracias y maldiciones, surgió una bella edificación colonial que destacaba sobre las demás. El colonizador que ostentaba la propiedad, en realidad, no duró mucho, pues murió misteriosamente pocos meses después de afincarse allí. Lo encontraron muerto a la hora prima, cuando lo fueron a buscar.
Era tan llamativa la propiedad, que se la disputaron una y otra vez, resultando siempre en desastre hasta que, con el transcurso de los años, alguien logró permanecer allí más que ningún otro.
Elvo Saplana, hijo de uno de aquellos foráneos, llegada su etapa de independencia se mudó a la villa sin saber si correría la misma malandanza. Era valiente y quería comprobar su suerte.
Pasaron tres meses y los inconvenientes comenzaron, pero allí permaneció. Seis meses, nueve y un año; nada se alteró. Tres años, entonces todo cambió. Golpes y terribles gritos se escuchaban por la plaza después del Ángelus del mediodía, sonidos de destrucción se sucedieron hasta pasar la hora nona y, llegada la víspera, el silencio reinó.
Nadie se atrevía a poner un pie allí, por lo que se sorprendieron cuando, a la hora de los maitines, encontraron el cuerpo de Elvo a los pies de los escasos escalones que guiaban a su puerta. No había sangre ni huellas; solamente un cuerpo maltrecho y magullado, con piernas y brazos doblados en posturas imposibles mientras yacía hecho una maraña de extremidades ante el público. Con los ojos abiertos completamente en blanco y los labios fruncidos hasta convertirse en una fina línea, provocó auténtico terror en quienes le miraban. Tras aquello, nadie más ostentó la propiedad de la vivienda.
Pasaron los años y los siglos sumiendo aquella construcción en el abandono. El poblado se tornó ciudad, una cada vez más repleta de habitantes a los cuales aquella casona les producía cierta curiosidad. A veces, algún valiente como Elvo quería probar su suerte y se internaba en ella para no salir jamás. A pesar de saber las consecuencias, seguían animándose a entrar, logrando que el conteo de víctimas aumentase sin remedio.
Una noche, unos adolescentes que se encontraban haciendo una fogata en un patio comenzaron a retarse. Todo iba bien hasta que David, el más alocado del grupo, retó al resto a visitar la casa 1028 —como solían llamarla, pues aquél era el número que colgaba sobre la puerta—. Hubo algunas negativas pero la mayoría ganó, dirigiéndose el grupo a su nuevo destino.
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✅De aparente oscuridad
HorrorDicen que, a veces, se me sale el lado oscuro al escribir y que tengo una mente muy retorcida. No lo niego; es más, eso me encanta. En este apartado, podréis comprobar si eso es cierto o no, pues aquí iré poniendo aquellos textos que redacte para pa...