Soñé que era de mañana y me levantaba de la cama para tomar el desayuno, encontrándome en una casa muy semejante a la que solía vivir con mi familia en Trujillo: Desde un pasillo yo observaba como es que mi tía tomaba el desayuno con mi madre, conversando muy animadamente con ella.
Yo me dirigía entonces al baño, sitio en donde lavaba mi rostro con agua fresca, y al mirarme al espejo me decía a mí mismo que debía dirigirme a una oficina municipal a renovar mi documento de identidad.
Y de esa manera, abría yo una puerta en el mismo baño, y al atravesarla, me encontraba yo dentro de un taxi conducido por un hombre joven de cabello negro corto y rostro afable, que no dejaba de sonreír.
Recién a mitad del trayecto yo me daba cuenta de que no traía puesta ninguna de las protecciones necesarias contra la pandemia (Ni mascarillas, guantes ni caretas) razón por la cual yo le decía al taxista lo siguiente:
— ¿Sabe qué? Mejor lléveme de vuelta por donde hemos venido.
—Muy bien, señor—me respondía el taxista, extendiéndome entonces su mano, como en espera de recibir algún pago o propina.
Revisando mis bolsillos, yo descubría que tenía apenas siete monedas de a sol guardadas dentro de una bolsita de plástico, dos las cuales tenían aspecto normal, mientras que las otras cinco se mostraban un tanto extrañas, adornadas con símbolos, animales y personajes que resultaban totalmente desconocidos para mí.
Eso sí, todas las monedas tenían grabado el número "1" indicando su valor, y aunque yo me angustiaba un poco preguntándome si el trayecto me alcanzaría para volver a casa, de igual manera yo me esforzaba por sonreír al tiempo que preguntaba al taxista:
— ¿Cuál es su tarifa, buen hombre?
—Eso no lo sé —me respondía el aludido, también con una gran sonrisa en su rostro—. Eso no lo decido; decida usted: Piense que yo no tengo alma después de todo.
Tal afirmación me dejaba desconcertado, procediendo luego a entregarle las siete monedas al taxista, que las aceptaba sin revisarlas ni contarlas, llevándome de regreso a casa.
Al bajarme del taxi, podía ver que se trataba de un vehículo blanco, teniendo la impresión de que quien lo estaba conduciendo era nada menos que el diablo en persona.
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Diario de Sueños y Pesadillas
Non-FictionPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.