Karamatsu

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Un gran peso aterrizó en el cuerpo de Ichimatsu, sacando todo el aire que tenía almacenado en sus pulmones provocando que su estómago quisiera expulsar lo poco que tenía dentro. Él, sorprendido, miró encima suyo para observar a su hermano menor, mirándolo expectante.

—Buenos días Ichimatsu-niisan. —llamó Jyushimatsu con su brillante sonrisa.

—¿Quieres matarme? —preguntó obtuviendo por respuesta una risa juguetona de su hermano.

—Oye ¿lo sabes? ¿lo sabes? —insistió recargando su codos en el pecho de Ichimatsu.

—No... No sé ¿Ahora qué?

—¡Karamatsu-niisan nos invitó a su casa! —-exclamó con emoción quitándose de encima del mayor.

—¿A su casa? —pregunto levantándose de su futón.

—Si, dijo que nos recogería al medio día. —respondió asintiendo con fuerza.

Ichimatsu alzó sus cejas sorprendido, luego se levantó y se retiró de su habitación con su hermano siguiéndolo.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó bostezando y sentándose en la mesa redonda.

—Lo escuché hablando con Totty por teléfono—contestó entrando en la cocina—, aunque es extraño que no nos haya dicho nada...

—Ah... —"Seguro pensaba ir solo" pensó Ichimatsu a punto de decirlo en voz alta.

Jyushimatsu e Ichimatsu comieron su desayuno con tranquilidad, intercambiando algunas palabras y disfrutando el corto tiempo en el que estuvieron juntos hasta que el ruido de la puerta de hizo presente.

Mientras tanto, Todomatsu observaba el fondo de pantalla de su celular, mirándolo con un sentimiento de tristeza provocando que algunas pequeñas lágrimas se acumularán en sus párpados. Al darse cuenta de esto, frotó su muñeca contra sus ojos, borrando el rastro de aquellas lágrimas.
Un suspiro tembloroso de escapó de sus labios intentando disipar los pensamientos que aquella foto trajo a la luz.

El suave toque a su puerta lo sacó de su nube, dejando visualizar a Jyushimatsu entrar a su estudio.

—¿Qué pasa? —preguntó Todomatsu mientras lo miraba ocultaba sus manos detrás suyo.

Él se acercó sentándose en un banco manchado de diversas pinturas secas.

—Jimmy-kun te dejo un regalo. —dijo dejando ver una cajita rosa envuelto con un listón rojo.

Todomatsu intentó rechazarlo, sin embargo su semblante serio se destrozó cuando observo la pequeña caja rosada, dejando caer las espesas lágrimas contenidas. Llevo su mano a su boca en un intento de callar sus sollozos, fallando.
Ichimatsu, atraído por los ruidos de su hermano menor entró, mirando a sus hermanos menores abrazados con Todomatsu ocultando su rostro en el hombro de Jyushimatsu.

—¿Todomatsu? —llamó Ichimatsu acercándose a él—¿Estás bien? —preguntó mientras ponía su mano en su espalda palmeando suavemente.

—¿Ichimatsu-niisan? —sollozo levantando su cara para mirarlo con los ojos hinchados—¡Ichimatsu-niisan! —exclamó para ir a abrazarlo también, volviendo a llorar.

Los tres pasaron varios minutos en esa posición, consolando a su hermano menor.

[ . . . ]

—Necesito alcohol mierda. —dijo Todomatsu soltando un largo suspiro.

Ichimatsu miraba fijamente al menor, observando el repentino cambio que tuvo su humor luego de un par de minutos llorando en su pecho, no parecía la misma persona.

—-Deberíamos cambiarnos—dijo acercándose a la puerta—-, Karamatsu estará aquí pronto ¿no?

—Si—asintió levantándose igualment—-, ¿eh?

—Deberiamos estar listos ¿verdad? —dijo con una sonrisa torcida.

—S... Si. —dijo sonriendo con algo de culpa.

—¡Genial!—exclamó Jyushimatsu ignorante de las frías miradas del mayor a Totty saliendo de la habitación para ponerse su ropa más bonita.

Ambos hermanos dejaron el estudio de Todomatsu para centrarse en su vestimenta.

Ichimatsu no le dio tantas vueltas y se puso un suéter púrpura con unos pantalones negros que le quedaban algo grandes, calzando unos tenis del mismo color. Como de costumbre no se dio la molestia de peinarse, no lo veía necesario.

Por parte de Jyushimatsu, solo se vistió lo primero que vio en su armario, y eso fue un overol amarillo con tirantes y una larga camisa roja con largas mangas.

Todomatsu tomó la ropa que veía para la ocasión, un suéter rosa holgado con unos jeans apretados dejando ver sus largas piernas. También su par de zapatos negros favoritos.

Cuando terminaron de "arreglarse" esperaron un par de minutos y cuando el reloj marcó las 12 en punto al teléfono de Todomatsu llegó un mensaje del esperado Karamatsu, quien le avisaba de su llegada para que salieran. Eso hicieron y bajaron de la planta de departamentos observando el lujoso auto negro que estaba estacionado frente a el lugar de donde vivían.
Todomatsu sonrió asombrado mientras que Jyushimatsu se emocionaba e Ichimatsu lo miraba con sorpresa.

Del auto un hombre en traje y bien arreglado salió del asiento del piloto y con una sonrisa coqueta se dirigió a sus hermanos observándolos a través de los lentes de sol que tenía.

—Hey brothers... —saludó parpadeando un momento analizando a los tres menores.

—¡Karamatsu-niisan! —gritaron Todomatsu y Jyushimatsu al unísono.

—¡¿Eh?! ¡¿Planean ver a Choromatsu vestidos así?! —gritó como si fuera la idea más descabellada de la historia.

Los tres menores quedaron impactados al repentino cambio de actitud, mirándose entre sí como si hubiera algo malo.

—Perdónenme... —dijo llevando su mano a su mentón—. Me exalte, vamos a pasar a una tienda de ropa ¿verdad?

—¿Qué? ¿Acaso nos vestimos tan horrible?—preguntó Jyushimatsu.

—Oh no, es solo que... la primera impresión es importante y Choromatsu no tendría una buena si van así. —explicó Karamatsu.

—¿Eh? ¿Tan importante es? —preguntó  Jyushi.

—Claro que si, vamos, entren al auto, aún faltan 40 minutos para que de la hora de la cita. Si nos damos prisa quizá no lleguemos tan tarde.

"Prefiero que se enoje a que los maté". Pensó el mayor mientras los menores entraban al auto encontrando en el asiento del pilotó a un joven rubio con cabello rizado muy llamativo.

Todomatsu fijo sus ojos al instante en él, extendiendo en su rostro una sonrisa pícara, cosa que no paso inadvertida por sus hermanos más cercanos quienes no creían que minutos atrás lloraba por su antiguo amor, sin poder evitarlo miraron de forma incrédula al menor. Al notarlo les devolvió la mirada e hizo un gesto con los hombros, indiferente.

—Hay que vivir la vida. —susurró de modo que solo ellos dos lo escucharan.

Continuará...

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora