POV MASON
-Vamos, los perros están correteando lejos - animé a Kenzie a que bajara del coche-. Baja antes de que me huelan y quieran venir a saludar.
Saltando como un resorte del asiento, salió del vehículo y sacó su mochila del asiento trasero. Comencé a caminar dentro de la casa con ella siguiéndome.
La dulce fragancia de mi hogar me dio la bienvenida.
-Vete preparando las cosas en el salón, voy a por algo de comer.
Asintió y se dirigió hacia la sala de estar. Saqué mi teléfono móvil y coloqué una canción de Taylor Swift. Ahora mi intención era bailar con ella y demostrarle que sabía hacerlo.
Cuando llegué de vuelta a la sala estaba sentada en el sofá, en sus manos tenía un libro de biología y andaba descalza. Siempre cómoda.
-¿Eso es Taylor Swift?
Me miró con extrañeza. De seguro no tenía idea de lo que pensaba hacer. Ya lo iba a descubrir.
-¿Recuerdas cuando te pedí ir al baile y me dijiste que no?
Aunque se le veía todavía confundida, sabía que ya sospechaba mis intenciones.
-Más o menos...
Avancé hacia ella un par de pasos.
-¿Y recuerdas cómo me rechazaste?
Observé como tragó saliva.
-¿Más o menos?
Ya se hizo la idea de a qué venía todo esto.
-Quiero mostrarte que sé bailar y tal vez consiga hacerte cambiar de opinión.
Sin dejar que dijera algo o se negase, tiré el teléfono al sofá, haciendo que Kenzie se sobresaltara y me incliné ofreciendole mi mano.
-¿No recuerdas la última vez que bailaste, cuando Leslie se estuvo riendo de ti por una semana? - Intentó persuadirme con ese recuerdo del pasado pero no pensaba dejar que se escapara hasta que bailásemos mínimo cinco minutos -. Vamos Mase, no hace falta que hagas esto.
Levanté la mirada hasta que mis ojos conectaron con los suyos, haciéndole saber cuánto quería hacer esto.
-Por favor - le supliqué, sabiendo que no podría resistirse y terminaría aceptando.
Posó su mano sobre la mía aún extendida y envolví mis dedos alrededor de los suyos. Tiré de su mano haciendo que se levantara del sofá y del impulso que nuestros pechos chocasen. También me pisó el pie, pero no me importó.
-Lo siento - susurró, guié sus manos hasta detrás de mi cuello y las entrelacé -. Soy la cosa más torpe del mundo.
Bueno, eso no lo pensaba discutir, pero eso solo la hacía más adorable. Deslicé mis manos hacia su cadera y comenzamos a movernos suavemente al ritmo lento de la canción.
-Te dije que sabía bailar - le dije en un susurro, lo bastante audible para que ella me escuchara -. Aquella vez sólo estaba intentando hacerte sonreír.
-Sí, porque el idiota de Matt Sanders me había pegado un chicle en el pelo y al día siguiente iba a ir con un peinado horrible a clase - Sonrió al recordar aquella vez -. Pensé que todos se reirían de mí porque mi madre me cortó el mechón entero.
Como si fuera a dejar que se burlarán de ella. La hice girar en una vuelta y me sujetó con más fuerza por el cuello.
-Eso daba igual, estabas guapa llevases el peinado que llevases - Y no mentía.