"Fuga Lunar"

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Una noche como cualquier otra, en un modesto tejado se encontraba una pareja de vetustos gatos acurrucados bajo la Luna, adorándola como su Diosa, pero su sorpresa no tardó en aparecer cuando esta comenzó a desvanecerse ante su atenta mirada. En cuestión de segundos la Luna ya no estaba. Se miraron confundidos, incapaces siquiera de emitir sus solemnes maullidos, solo podían mirarse perdidos en sí mismos y en sus recuerdos. Más abajo de sus posiciones se escuchó un alboroto, un montón de niños corrían y se reunían asustados alrededor de una fogata junto a la abuela más anciana y querida del pueblo, todos estaban sorprendidos por la ausencia de la Luna excepto ella, que miraba el espacio del astro ausente con añoranza y mantuvo su habitual expresión calmada y amable…
Luego de que la abuela logró calmar a los pequeños que la rodeaban comenzó a contarles una historia que absorbió su atención:

Érase una vez, una noche normal, en un tejado había dos gatitos; Pelusa, una gatita gris de pelo largo y Raúl, un atigrado y galante minino. Como siempre este par se encontraba maullando a la Luna pero esa noche algo cambió la reina astro que adoraban se volvió invisible a sus ojos y el cielo se tornó completamente oscuro, los felinos sorprendidos decidieron buscarla pero no sabían donde comenzar, rondando por el pueblo escucharon como la Luna fue raptada y la mantenían en una montaña, ellos decidieron intentar rescatarla de las garras del captor, marcharon inmediatamente decididos a luchar, sin saber si volverían, con la convicción de intentarlo para volver a contemplar la Luna juntos, en su camino hacia la montaña primero tenían que pasar por la jungla, Jungla Susurrante como se le conocía, llena de peligros que no asustarían a nuestros decididos héroes o tal vez sí…

Recién adentrados en la jungla fueron asechados y perseguidos por letales peligros pero ninguno peor que el rey de esta, el depredador más letal de la zona, un gigantesco jaguar pero en el último instante, cuando ya no tenían escapatoria, resultó ser Manchas un primo de Pelusa, al cual no veía desde hacía mucho tiempo, él estuvo muy apenado por hacerles pasar tal susto y luego de conocer sus intenciones de ir hasta la Montaña Oscura, donde se dice que tienen cautiva a la Luna, y rescatarla, decidió acompañarlos en su viaje.

Con la ayuda de Manchas nuestros gatitos lograron atravesar rápidamente la Jungla Susurrante y llegaron a los pies de la Montaña en apenas una hora. Recorrieron la amplia ladera hasta encontrar una pequeña grieta de la cual podían vislumbrarse destellos plateados pero a través de esta solo podían pasar dificultosamente Pelusa y Raúl, para Manchas sería imposible siquiera introducir su cabeza, por lo que tuvieron que aventurarse, nuevamente solos, hacia el interior de la Montaña sin saber lo que se encontrarían…

Según avanzaban por la grieta los destellos plateados se fueron transformando en una luz casi cegadora que les daba gran esperanza ya que la reconocían… Solo tuvieron que impulsarse a través del dificultoso camino unos minutos más y se encontraron en una amplia cueva pero lo más impresionante era su interior, levitando en su centro, estaba la Luna… Al verla se abalanzaron rápidamente en su dirección y cuando estaban a punto de acercarse una presencia acompañada de firmes pasos los detuvo y se escondieron tras unas rocas, al mirar de donde provenían los sonidos vieron a un joven apuesto de cabellos dorados que se acercaba decidido y emocionado hasta donde estaba la deslumbrante esfera plateada
–Querida Luna –susurró poniendo su mano sobre ella
Pareciendo reaccionar a su tacto la Luna brilló intensamente y comenzó a encogerse hasta quedar en su lugar una joven doncella de cabellos plateados que acariciaban el suelo y su mirada ilusionada posada sobre el rostro del joven
–Te he estado esperando, debo regresar pronto –dijo, con voz encantadora, la joven abrazando al recién llegado
–No veía el momento de estar juntos de nuevo mi amada Luna, cada vez se hace más difícil la espera para reunirnos –informó con complicidad el joven de cabellos dorados
–No importa que solo podamos vernos esporádicamente cuando el destino lo permita, estos fugaces momentos son los que me dan luz para iluminar cada noche, tú me iluminas amado mío –dijo la joven apasionadamente, sellando sus palabras con un casto beso.

Los gatitos estaban muy sorprendidos con la escena que presenciaban y sin darse cuenta Raúl tropezó, rodando hasta chocar directamente con las delicadas piernas de la joven y enredándose en su cabellera, los jóvenes se sorprendieron con este suceso y al verlo Luna lo sostuvo elevándolo entre sus brazos
–Hola pequeño ¿Qué haces aquí? – preguntó inocentemente
En ese momento vio a su amado ir y regresar desde detrás de unas rocas sosteniendo una peluda y tierna gatita gris, tanto el gatito atigrado que sostenía como esta la miraban devotamente
–Querido, creo que vinieron por mí –informó a su amado
–Yo también lo creo –corroboró el joven
–Gracias por recordarme que ya debía partir pequeños –dijo posando al pequeño Raúl en el suelo y acariciando la cabeza de ambos gatitos– Nos veremos pronto amor –susurró dejando un último beso en la mejilla del joven de dorada cabellera y comenzó a flotar en dirección al firmamento a través de una gruta entre las rocas.

Los tres la miraron atentos hasta que ella regresó a su lugar entre las estrellas, luego el joven sostuvo a ambos gatitos y los llevó en sus brazos hasta el exterior de la montaña, allí vio a un jaguar que se acercaba lentamente y los gatitos salieron de su abrazo hacia el gigantesco felino haciendo notar que eran amigos, se despidió de ellos y desapareció con un destello dejándolos sorprendidos…

Los gatitos contaron todo lo acontecido a Manchas mientras regresaban al pueblo y a partir de ese día todos los animales comenzaron a contar la historia de las fugas de la Luna para verse con su amado… Demostrando así que cuando se ama no es necesario estar siempre presentes, con dedicarse pequeños momentos y si el sentimiento es sincero ni la distancia o las dificultades pueden detener tan puro sentimiento…

–Abuela –exclamó una niña
–Dime tesoro –contestó dulcemente
–Abuela ¿cómo conociste esta historia? –preguntó curiosa la pequeña
–¿Recuerdas el viejo loro que tenía la abuela?
Todos los niños se quedaron pensativos con la respuesta de la abuela y, antes de que se les ocurrieran más preguntas, el cielo comenzó a iluminarse y al mirar en su dirección pudieron ver a la Luna retomar su lugar dejándolos impresionados. Y acompañando la sublime visión del firmamento podían escuchar los suaves maullidos de los gatos en los tejados.

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⏰ Última actualización: May 07, 2021 ⏰

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