Mandalas metafóricas

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Habían sido semanas completas de procesar todo lo que había pasado y de reprocharse a sí misma por permitir que las cosas hubiesen terminado como lo habían hecho. Ya no era una adolescente hormonal y no debía resolver sus problemas de pareja simplemente acostándose con alguien más porque se sentía herida; no podía seguir intentando llenar el vacío de su ausencia con otras personas. No había dejado de amarla antes, y no tenía intenciones de dejar de hacerlo, por lo que era fácil suponer que difícilmente pudiera en el futuro.

—¿Creer que le vaya a gustar a Neri? –preguntó su madre.

Estaba de completamente inmersa en sus pensamientos por lo que realmente era de poca ayuda para su madre quien le había pedido que la acompañara a comprarle un regalo de cumpleaños a la esposa de su hermano.

— Piper, ¿estás escuchando? –llamó su atención.

La relación con sus padres había cambiado para siempre luego de la estadía en la prisión, y en realidad lo apreciaba bastante. Habían sido más de tres décadas de mantener las cosas bajo el tapete aun este hiciera un montículo que no dejara ver el horizonte.

— Lo siento, no... -admitió –y no creo que vaya a apreciar un regalo adquirido en un centro comercial el cual representa lo desalmado del capitalismo, la vulneración de las condiciones laborales y explotación de los trabajadores de la que ha demostrado ser parte por siglos la industria textil...

Estuvo a punto de mencionar su breve participación en dicho rubro, pero lo analizó mejor y eso podía generar preguntas, por lo que la mención a la experiencia adquirida durante esa etapa, prefirió reservársela. Pudo ver a su madre colocar los ojos en blanco, aceptando finalmente que estaba buscando en el lugar equivocado.

— Posiblemente deberías escoger algo en un anticuario y aquello que no considerarías llevar para ti misma ni en un millón de años –bromeó –o tal vez podríamos ir a algún God's Will... madre hay cosas de lo más interesantes por precios absurdos, ¿quién lo hubiese pensado...?

Su madre se rio por el comentario y obvia burla a su estatus, y se rindió con la búsqueda con rapidez, y la invitó a un sofisticado café que estaba en las cercanías, buscando un lugar estratégicamente apartado, y luego de acomodarse y pedir lo que tomarían, ella fue directamente al asunto que le concernía:

—¿Qué es lo que está pasando con Alex? -quiso saber.

Abrió sus ojos ante la sorpresa de que ella intuyera que las cosas no iban precisamente bien.

—¿Por qué piensas que pasa algo con ella? –consultó asombrada.

—No la has mencionado últimamente, lo que es... extraño –indicó.

Que su madre iniciara una conversación de ese tipo la tomó por sorpresa. Toda la vida se la había pasado intentado cubrir el sol con un dedo, por lo que fue impactante cuando menos estar viendo su rostro interesado, intentando enterarse de algo que bien podría incomodarle. Pudo haberle dicho algo distinto y no responderle con sinceridad, sin embargo, en realidad necesitaba hablar sobre ello y no era que hubiese una audiencia interesada en ella y sus problemas. Era la primera persona que le preguntaba cómo estaba en bastante tiempo...

Le contó sobre la ruptura, la transferencia a Ohio, la invitación de Zelda para ir a North Hampton, y sobre cómo había reaccionado cuando la madre de Alex había muerto, y fuera de los gestos de desaprobación que imaginó que haría, ella escuchó atentamente, haciendo que por primera vez desde que su abuela había fallecido, se sintiera acogida y considerada como un ser humano con sentimientos y preocupaciones por alguien de su familia.

—Si me lo preguntas a mí –habló luego de un momento -solo necesitas demostrarle que no te irás de su lado. Los hechos demuestran más que mil promesas, porque las palabras se las lleva el viento, querida.

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