Caperucita roja, el impostor.

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El clásico cuento sobre las advertencias con personas desconocidas y no tomar atajos.



Hacía mucho tiempo, en un pueblo lejano, cuyos habitantes vivían alejados unos de otros, existió una chica, a la que llamaban Caperucita roja porque siempre portaba una capa roja cada vez que visitaba a su abuelo o a dónde quiera que iba.

Un día de tantos, correspondiente a la visita a su abuelo, fue advertida por su mejor amigo, que debia tener cuidado, porque había un lobo merodeando las cercanías de la zona donde el abuelo residía.

— Rachel, debes ser muy precavida, porque el lobo es peligroso. Nadie lo ha visto aún, pero todos estamos seguros de que puede ser peligroso y si tiene hambre, comerá lo que se le atraviese.

— Estás diciendo que, de estar lleno... ¿Jamás me comería? - la chica pareció dolida por el malentendido.

— No, lo que quiero decir, es que, si es uno solo, no acostumbra atacar a los humanos, pero cuando han pasado largos periodos de hambre, no dudan en atacar.

Rachel rodó los ojos y tomó la canasta que Bam le ofrecía, tomó su tan característica capa y lo acomodó sobre sus hombros para iniciar el viaje.

Bam habría deseado ir, pero tenía un pendiente con el resto de cazadores, que debían ocuparse de otras bestias que estaban asolando a los animales que criaban, por lo que, a pesar de su oculto secreto, dejó ir a Rachel, confiaba en que ella sería capaz de defenderse del malvado lobo.

Ya le había dado suficientes indicaciones para que evitara toparse con el a medio camino.

...

Su estómago rugió, no recordaba en qué momento había perdido al estúpido de Ran, que corría tras un conejo y se perdió también. El hambre comenzaba a ser un problema. Si llegaba a casa sin ese mocoso, seguramente sería desterrado hasta encontrarlo y después castigado y burlado por Hachuling.

Era medio día y hacía demasiado calor, estar en esa forma solo lo hacía sentirse más hastiado por la humedad que se levantaba, producto del rocío que caía por las noches.

Transformando su cuerpo en una especie de lobo y humano, se ocupó en buscar la ropa que tenía oculto en el bosque.

De repente, el aire cobró un aroma especial. Aspiró con delicadeza y el ya tan conocido aroma cerezos, impregnó su nariz, era la Caperucita roja, claro, tenía mucho tiempo que quería devorarla, y la oportunidad se presentaba justo frente a él.

Avanzando con el sigilo que solo los suyos tenían, divisó la brillante tela entre los arbustos en frente suyo, se preguntó porque alguien usaría algo que resaltaba tanto en el bosque si conocía los peligros y se cuestionó menos, el porqué de repente tomaba otro camino y no el acostumbrado.

Tenía hambre, así que ya debía estar lista para ser devorada.

Sin pensarlo demasiado, conociendo lo apetitoso que era su carne, se abalanzó sobre la cosita roja que había vigilado por mucho tiempo.

Los dos rodaron cuesta abajo, sobre el pasto goteante de rocío. Al detenerse, la capucha cayó de la cabeza de la Caperucita, quien gritó alarmada.

Lo siguiente, fue todavía más sorpresivo para las dos partes implicadas. Ojos azules y amarillos se miraron con sorpresa al principio y después gritaron presas del pánico.

El lobo cambió a su forma animal, mostrando los dientes hacia lo que había encontrado.

— Eres ese estúpido lobo ¿No? Sabrás que no te tengo miedo... ¡Adelante, ataca! - se calló de golpe al ver la transformación del lobo a algo que de parecía más a ella.

KhunBam (cuentos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora