Hoy es Navidad. Sí, tal como lo leen.
Por ello, pedí a la señora Cynthia que usará mi tarjeta de crédito para comprar juegutes para mis hijos y sus dos hijas gemelas -que me había contado que tenía-. Al principio le dió pena aceptar comprar presentes para sus hijas pero le dije que era lo justo por los tantos favores que me había hecho.
Ayer en la noche y después de que mis pequeños se durmieran, llegó con los juguetes que mis hijos pidieron, también trajo un cambio elegante de ropa para los tres y me regresó la tarjeta después de haber comprobado que había comprado los regalos de sus hijas.
Eran las ocho de la mañana y estaba recién bañada. Mi cabello rubio lo dejé secando al aire libre y solo había aplicado una crema para evitar que se esponjara. Ya lista desperté a mis hijos para darles un baño.
Terminado el baño los cambié con su conjunto nuevo y yo hice lo mismo con mi vestuario. Jhon traía una camisa blanca y bien fajada al pantalón negro de vestir, también llevaba un saco, un moño en su cuello y unos pequeños zapatos negros. Fiorella se veía adorable con un vestido azul con brillitos y muy ampón, como el de Cenicienta; en sus piecitos traía unos zapatos azul con mariposas adornandolos y no había dejado de dar brinquitos en la cama siendo sostenida por su hermano. Por otro lado mi atuendo consistía en un vestido verde esmeralda a juego con unos stilettos negros, sencillo pero sin perder la elegancia que usualmente acostumbramos en Navidad.
Peiné el cabello de Jhon de lado tratando de dismular lo largo que lo llevaba y al cabello de Fiorella lo dejé suelto para que luciera la pequeña tiara de plata en su cabeza.
La señora Cynthia llegó a las once de la mañana con el almuerzo: unos ricos licuados de cereza, hot cakes con cajeta, leche condensada y fruta picada en trozos pequeños. Comimos entre risas y agradecía que mis hijos estuvieran emocionados aunque llevaramos tanto tiempo encerrados en ésta habitación.
En la tarde Cynthia llegó -vestida casual y sin su uniforme- con sus dos gemelas de ocho años y con bolsas de chocolates, bombones, palomitas, refrescos y pastelitos para la tarde de cine que habíamos organizado en la habitación la noche anterior. Mis hijos jugaron con las gemelas llamadas Mar y Sol, que resultaron ser muy simpáticas.
Comimos un banquete que trajo Cynthia que consistía en unas ricas pizzas recién ordenadas, jugos de frutas y Coca-Cola; Fiorella probó un poco se pizza y también comió papilla de verduras y pollo.
A las ocho de la noche, pusimos mantas y almohadas en el suelo para ver películas infantiles acostados. Para la segunda película mis hijos ya se habían dormido y Cynthia se fue al ver que sus hijas estaban dormitando. Yo me levanté para poner los juguetes debajo del pequeño árbol de Navidad que había en la habitación. Aproveché para desearle una feliz navidad a Santino en cualquier lugar de la Tierra donde esté y una feliz navidad hasta el Cielo a mi marido difunto Dexter.
«■■■■»
Las lágrimas caen por mis mejillas mientras que pequeños sollozos se escapan de mi boca. Isaí se mantiene de pie a mi lado con la mirada avergonzada y triste, sé que hubiera querido no darme está noticia y también sé que hubiera preferido no saberla; pero al fin y al cabo los hubiera no existen.Si hubiera esto, su hubiera lo otro, si hubiera pasado más tiempo con él...
Anhelos. Complicados anhelos sin lograr, que sí no lo hiciste en el momento ya solo te queda imaginar.
Lamentos. Pesados lamentos que solo aumentan la carga de lo que pudiste hacer pero aún así no lo hiciste.
Suspiros. Largos suspiros que sustituyen las palabras que callaste por no haberle hecho caso al corazón pero si al cerebro.
Complicados, pesados, largos... palabras que dan miedo cuando al corazón callas.
Lo curioso de ésto es que dos sencillas palabras pueden matarte o revivirte metafóricamente. Pero da igual cual sea. Con ambas lloras, la respiración te falla y el corazón te late con prisa.
En mi caso ocurrió la primera opción. Una frase de dos palabras, cinco sílabas y trece letras: Malas noticias.
¿Te suena?
Momentos antes.
Estoy sentada en la cama. El reloj marca las 07:00 en punto y me es imposible volver a dormir una vez me despierto.
Mis ojos a cada nada se desvían hacía la puerta, claramente se a vuelto una costumbre estar a la expectativa por si alguien viene con noticias o si el mismísimo Santino entra a la habitación con su bonita y seductora sonrisa que acostumbraba a brindarme.
No sé cuanto tiempo quizá solo fueron segundos que yo los sentí como minutos o quizá fueron minutos que sentí como horas, a éste punto ya no sentía necesario fijarme en la hora; el punto de todo ésto es que alguien se digno a tocar esa puerta marrón.
Me levanto de la cama con pereza. A lo mejor solo es Cynthia con uno de sus deliciosos platillos o un té de manzanilla con limón para que pudiera echarme un sueñito, como bien dice ella.
Suelto un suspiro antes de agarrar la cerradura de la puerta, le doy vuelta y me giro dándole la espalda como una señal de que podía entrar, espero a que entre para poder cerrar la puerta, sin embargo nunca entra y me tengo que girar para ver qué sucede.
Abro los ojos sorprendida de notar a Isaí quien me mira... ¿angustiado? No, no puede ser eso.
—Hola, Katherine —me saluda y finge una sonrisa.
—Hola... ¿pasa algo? —inquiero, confundida.
—Esteeem... si... digo no, no... ¿puedo pasar? —murmura.
—Claro —con mi mano señalo la habitación dándole el paso.
—¿Cómo estás? ¿Te la pasaste bien ayer? Por cierto, feliz navidad —sonrie incómodo y sonrojado.
—Feliz Navidad —rio por lo tierno que luce sonrojado—. La pase bastante bien, Cynthia vino con sus dos hijas y mis hijos pidieron jugar un rato con ellas, ¿y tú qué tal la pasaste?
—Bien, fuí con mi familia y cenamos una rica lasaña.
Sonreímos y la habitación sufre de un incómodo silencio. Me balanceo un poco en mi lugar mientras pienso en que hablar pero el se me adelanta y toma la palabra.
—Venía a decirte algo —comienza—. Es una noticia...
—¿Si?
—Un tanto... mala —susurra la palabra tan bajo que casi no alcanzo a escucharla.
—Dime —pido perdiendo el aliento.
—¿La quie-quieres así de sopetón o pre-prefieres que te la diga así lentito? Digo... es una noticia mala y... y supongo que lo tomarás mal... ya sabes, así son las mujeres... lloran por todo —lo miro mal—. Bueno casi por todo.
—Solo habla —ordeno.
—Bueno, luego no digas que no te avisé ehh —alza las manos y se encoge de hombros.
—¡Habla ya!
—Santino... Santino como bien sabes fue secuestrado. Ayer nos mandaron una pista se su posible paradero, era una nota anónima y sin huellas dactilares; Donatella y parte del escuadrón se dirigieron a la dirección, era una bodega abandonada, más bien parte de una bodega abandonada porque la mayoría del recinto ya estaba incinerado —hace una pausa y toma aire—. A unos pasos de allí había cenizas y huesos que por el momento están en investigación para verificar si eran de un animal o un... humano. También encontramos una placa, exactamente la que usamos en el escuadrón y al reverso venía tallado el nombre de Santino, él era su propietario... así que ya sabes lo que significa eso.
—Él murió —susurro mientras siento las lágrimas caer por mis mejillas—. ¡Está muerto!
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En la tierra como en el cielo.
عاطفية«-¿Me amas? -... » ↓ [Próximamente] Tras la muerte de su esposo y siendo madre de dos pequeños, Katherine se olvida por completo de relacionarse amorosamente con alguien. No es bueno tentar al destino porque en un Jardín de niños se...