Hacía horas que el sol se había ocultado, cediendole pasó al cielo nocturno, Megumi se encontraba tan calentito bajo aquellas sábanas que le dió mucha pereza levantarse, quería quedarse toda la vida acostado en esa cómoda cama, el único obstáculo era su padre, a quien no le parecía correcto que durmiera en otra vivienda que no fuera la suya, era un poco especial cuando se trataba de su cuidado.
Al estar un poco más despierto, notó que sólo él se encontraba en la espaciosa habitación de su novio, con gran pesar se levantó de la cama, se despidió de las sábanas y salió en busca de su pareja, quien estaba sentado en uno de los sofás de la sala, miraba seriamente la pantalla de su celular y en la mesita de cristal había un par de latas de cerveza, Sukuna sólo vestía un pans deportivo color negro, dejando descubierto su tonificado pecho y abdomen, presumiendo el resto de sus tatuajes que, cada que Megumi los veía, le preguntaba si habían sido dolorosos.
—Maldición, veo que ya despertaste, cariño. —Las mejillas del menor se calentaron al notar que su novio lo recorría con una mirada felina, puesto que solamente portaba una de sus obscuras camisas que le llegaba un poco más arriba de sus proporcionados muslos blancos. Le hizo una seña con su índice, indicándole que se acercara para sentarlo en su regazo, a lo que Fushiguro no se negó, posó sus piernas a cada lado de las suyas. —Tu padre me llamó. —Comenzó a acariciar sus piernas con suavidad hasta llegar a sus glúteos; su toque enviaba descargas eléctricas a su pasivo cuerpo. —Y está muy enojado.
Megumi tembló.
—P-pero no es tan tarde. —Tiró de su labio inferior con fuerza al sentir húmedos besos en su cuello, los masajes en su trasero no cesaron.
—Lo sé, cielo, pero ya sabes lo cuidadoso que es con su gummi. —Respondió sarcástico, el menor le dió un inofensivo golpe en su pectoral derecho que le hizo reír. —Maldición, Megumi, aún no puedo creer que un limón tan agrio como Toji pudo engendrar a una dulce fresa como tú, preciosura.
Conoció a Toji hace mucho tiempo atrás, antes de saber que este tenía un precioso hijo, había trabajado un par de años en la mansión como jardinero; era tan bueno en sus labores que hasta la señora Ryomen había quedado encantada con los arreglos en su patio, el cual fue el centro de atención en todas las fiestas que la familia organizaba y, a pesar de que su madre era una persona selectiva en cuanto a sus amistades se trataba, crearon una gran amistad en dónde se compartían opiniones sobre las flores que se podrían sembrar o no, como buenas comadres.
Admitía que en ese tiempo —hasta la fecha— le encantaba molestarlo, mandar el balón por los nuevos rosales y desacomodar las hojas que ya estaban juntas listas para ir a la basura. Que buenos tiempos. Observó los preciosos ojos de Megumi, ahora tenía otras forma de fastidiarlo... Y de fastidiar a su novio.
—Tu padre es sexy. —Comentó, el chico se congeló y lo miró con el ceño fruncido. Adorable. —De verdad, a veces solamente salía a la piscina por él, me gustaba admirar como sus músculos se marcaban bajo su playera y el sudor descendiendo por su fuerte abdomen, perdiéndose por sus pantalones. —Cerró los ojos y mordió sus labios. —Yo sólo podía pensar en lo grande que sería su-.
—¡Ryomen! —El nombrado soltó varias carcajadas y afirmó el agarre en su cintura cuando este quiso separarse, su guasa había creado frutos, lo conocía también que sabía que cuando lo llamaba por su apellido era porque gastaba su paciencia.
—Es broma, cielo. Sabes que yo solamente te amo a ti, batallé demasiado para obtener tu corazón que sería demasiado idiota de mi parte soltarlo por otra persona. —Lo tomó de las mejillas con ambas manos y juntó sus frentes. —Mi estrella, yo logré cambiar gracias a ti, me hiciste una mejor persona... En lo que cabe, y te amo, por esto y por muchas cosas más, no lo olvides Megumi Fushiguro, eres un chico espectacular que ayuda al ser humano sin pensar, jamás había visto a alguien ayudar a un anciano a cruzar la calle o estar horas sin dormir sólo porque un perro estaba agonizando y querías salvarlo. No solamente eres un niño con una cara bonita, eres mucho más. Y-yo te digo esto porque sé que allá afuera hay mucha gente que te dirá cosas sobre mí y-.
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𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊
Novela JuvenilMegumi Fushiguro es lo más importante para Sukuna Ryomen, lo demuestra con cada mimo, con cada flor que ve en las calles y con cada caricia que le da por las noches. Sin embargo, la llegada de un nuevo alumno en el Instituto en el que asiste su prec...