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Llevaban horas hablando de sus ex, por alguna razón que desconocía los Caruso y sus acompañantes seguían aquí.

—Y al parecer está mal, ponerte como prioridad, pero mi felicidad también importa ¿Verdad? No solo la de ella

—Pues si, a veces ponerte como prioridad, te hace ver si realmente esa relación vale la pena.

—Primero tú, Segundo tú, y tercero tú —Dije frotándome la nariz

—¿Y la persona que amas? —Mire a Rachel —No puede dejarla de lado

—Una vez hablé con una anciana, lo recuerdo porque no sé, creo que estaba de viaje, o algo por el estilo, está anciano dijo: En una relación la mujer debe ser egoista, porque al hacer tu felicidad, tu prioridad, harás todo lo que sea para que dure, cuidando tu relación a la vez. Claro que una relación que no te destruya.

—Pero eso puede apartar a la otra persona

—Pues no es ahí, ella también dijo: La mujer que complace a su hombre está condenada a ser infeliz. No siempre podrás tener el agrado de los que te rodean, y tampoco de los que te aman. Una relación va más halla de amarse. Una relación es más que amor, porque el amor se acaba, se desgasta, si no sabes como tratarlo. Por eso el amor nunca es suficiente.

—¿Cuántos años tienes?

—Veinte —Sonreí

—Eres menor para mí con cuatro años y hablas como mi madre

—Y eso que no recuerdo todo —Elara sonrió

—Cuando recuerdes todo, ¿Qué harás?

—Seguro que maldeciré mucho y de cierta forma comprenderé cosas que se me hacen difícil comprender, y lo aceptaré, hace dos años y medio desperté sin nada, quise recordar, pero mientras más quería menos lo hacía, supongo que recordaré todo en su momento

—¿Extrañas tu otra vida?

—A veces sí, era más fácil ser Abby y querer ir a Australia a conocer canguros y koalas y que mi única preocupación fuera que mi mejor amigo no se declara, o que Kate no se intoxicara a ella misma por cocinar o solo que Richard saliera de su habitación. La nieve en navidad y el cielo oscuro, pero no era mi hogar. Se siente bien estar en casa.

—Pensé que estarías más ocupada, con la boda y eso; la coronación

—Si bueno hay gente que se encarga de eso

—Debiste haber venido, había unos tipos ulala, si fuera hetero, sé que se me hubieran mojado las bragas, cuando estábamos de regreso, una chica toco el pino en la estación central, no lo hizo como tú

—Supongo que lo hizo mejor

—No, parecía que estaban matando un gato —Hablo Esteban —Deberías seguir tocando, aunque el tiempo se acabe, te hará bien

—Toca algo —Mire a Dalia

—Por favor toca algo —Menciono Nicolás —Por favor

—Si por favor

—A menos que no sepas hacerlo bien —Observe a Rachel

—No he aprendido nada nuevo, me sé, las dé siempre

—¿Y cuáles son las de siempre?

—Las que tocaban todos esos pianistas famosos

—¿te sabes todas? —Pregunto Elara

—Sí, pase parte de mi niñez y adolescencia aprendiendo hacer una buena ejecución tanto en piano como violín o los instrumentos que debía aprender

PassioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora