𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘 ㅡ Kim Seungmin, en el centro del huracán. Todo el mundo señala a aquel con quien discuerda, pero pocos se detienen a buscar verdaderos motivos para hacerlo. Siempre hablan sobre "la calma después de la tormenta", pero nadie se cues...
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Todos los días se sienten igual, estoy cansado de esto
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Domingo, 12 de agosto de 2018
Jisung era un chico fácil de entretener. Cualquier acción, por mínima que fuese, captaba su atención, y si tenía el suficiente impacto en él, comenzaba a investigar sobre ello, y no se detenía hasta conocer todo lo posible.
Por eso, el comportamiento repetitivo que había tenido Minho desde que habían llegado no le terminaba de cuadrar. El mayor siempre abandonaba la casa a la misma hora, sin decir absolutamente nada, y alrededor de una hora después volvía. ¿Por qué nadie lo veía? ¿O es que todos sabían hacia dónde iba y por eso les daba igual?
Vio al moreno abrir la puerta de salida, sin cerciorarse de que alguien lo espiaba. Palpando su bolsillo asegurándose de que aquello que buscaba seguía ahí guardado, cerró la puerta lentamente para no hacer mucho ruido.
¿Iba a comprar algo? ¿Por qué? Si el grupo encargado del supermercado traía todo lo que querían en cualquier momento. Además, si fuera ahí tardaría mucho menos, y traería cosas de vuelta, cosa que no sucedió ninguna de las veces que lo había visto llegar.
Jisung esperó unos segundos, y calzándose rápidamente, salió tras él, sin ver como Nami reforzaba la idea que le rondaba la mente desde hacía semanas.
Lo vio unos metros más adelante, e intentando hacer el menor ruido posible, caminó tras él. Giraron un par de calles para llegar a lo que parecía una finca abandonada, llena de maleza. El mayor se metió por la abertura de una valla de metal rota, seguido por Jisung. Bajo la sombra de un árbol que hacía relativamente poco que había sido plantado, Minho se agachó, sacando una bolsa del bolsillo derecho de su pantalón.
Era pienso para cachorros. Tres gatitos empezaron a maullar en cuanto vieron la figura del humano agacharse junto a ellos, comenzando a acariciarlos.
- Nunca pensé que un tipo que parece tan frío como tú se derritiera por bolas de pelo con patas blanditas.
- Y yo nunca creí que fueras tan tonto como para creer que no me daría cuenta que me seguías. Espera, sí lo sabía - vio como los animales devoraban las bolas de pienso que había dejado sobre un bol de plástico que ya había ahí.
