𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘 ㅡ Kim Seungmin, en el centro del huracán. Todo el mundo señala a aquel con quien discuerda, pero pocos se detienen a buscar verdaderos motivos para hacerlo. Siempre hablan sobre "la calma después de la tormenta", pero nadie se cues...
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Atrapado en confusión, aún no me conozco
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Miércoles, 5 de septiembre de 2018
Las palabras "No salgáis del aula" estaban escritas en la pizarra, firmado por la señorita Kyeongeun, tutora de la clase del 2000. Era la última clase del día, y parecía que la mujer se iba a demorar en llegar.
Nami abandonó su pupitre para caminar por el aula, esquivando compañeros que mantenían conversaciones sin sentido, con un destino específico.
- ¿Estáis todos bien?
El grupo frente a ella no daba crédito a lo que sus ojos veían. La chica que se había alejado un tiempo por su propio pie, se había acercado a hablarles, mirando a todos y cada uno de ellos. Estaba frente a los pupitres de Haru y Felix, pero quería que su voz llegara a los cinco. El australiano no pudo contenerse y, con miedo a ser rechazado, alargó su mano, entrelazando sus dedos con los de la chica. No sintió otra cosa que un apretón de vuelta, sin alejarse, así que comenzó a acariciarle la piel con el pulgar.
- Sí - contestó Haru, sonriente ante su mejor amiga como siempre. Era la única que no había perdido tanto el contacto con ella, a pesar de sus frías contestaciones-. ¿Y tú?
Nami asintió, mirando hacia todos lados, algo ansiosa.
- También, pero algo está pasando.
- ¿A qué te refieres? - un confundido Seungmin se introdujo en la conversación.
- He visto a una madre por los pasillos hace algunas horas, y estaba hablando con la señorita Choi.
- ¿La madre de algún alumno? - preguntó Hyunjin, poniéndole voz a la duda que había invadido la mente de todos. Nami asintió, y el ambiente decayó al momento.
¿Una madre? ¿Que hacía una madre en el instituto? Los recuerdos de los últimos meses llegaron rápidamente, amontonándose unos sobre otros. El pulso se les aceleró.
- ¿De quién?
- No lo sé, Haru. No la he reconocido, nunca había visto su cara. No quiero alarmarme, pero es inevitable - de los nervios, las palmas de sus manos sudaban, pero eso no fue un inconveniente para que Felix se la apretara mostrándole apoyo.
