Capítulo único

142 16 3
                                    


— Papá — una pequeña se acercaba hacia su padre corriendo con sus amigos, su padre se encontraba en el jardín, arreglando las rosas que tanto su esposo amaba —¿Appa? — el hombre se dio la vuelta mirando a su hija de cabellos dorados como el sol y ojos azules como océano.

— ¿Que sucede Amelia? — aunque él y su esposo eran coreanos, su hija no lo fue, él y su esposo habían decidido dejar su vida allá en el que fue alguna vez su país para formar parte de este país en una nueva vida hace ya 6 años atrás.

— Appa, mis amigos y yo queremos que nos cuentes de nuevo la historia del sireno — el mayor la miro con una sonrisa llena de ternura.

— Cariño ya te dije que no es un sireno, es un tritón — la niña hizo un mohín al ser corregida por el mayor.

— ¿La contarás? — el mayor asintió.

—Si cariño — se quitó los guantes de jardinería y los dejo en la cubeta dónde tenía las herramientas.

— Déjenme contarles una historia, no hace mucho tiempo, en Busan una de las islas de Corea, existía una leyenda, era más común como un mito, ya que nadie estaba seguro que existía — y así empezó con aquel cuento que a su pequeña le gustaba tanto escuchar.

....

— Si mamá, estoy llegando — un joven bajaba del tren que lo llevaba a su destino, su ciudad natal - si pasaré por tus pasteles antes de ir a casa no te preocupes —aquel joven era un chico de tes algo bronceada, cabello castaño, músculos muy definidos y unos ojos que lo representaban demasiado, aquellos orbes brillantes de color negro, tal cual la noche — solo me quedaré una semana, necesito hacer mi trabajo y me iré de regreso a Seúl — se detuvo al ver la tienda que tanto su mamá le ha dicho desde que bajo del tren.

— Nos vemos en la casa compraré tus pasteles — colgó la llamada dirigiéndose a aquel lugar.

....

— ¡Vamos Tae apresúrate! — una especie hermosa, nadaba a toda prisa a las profundidades de aquel mar azul siendo seguido por su mejor amigo, un chico con cola de pez y torso expuesto, tez blanca cuál nieve en invierno y cabello rosa cuál cerezo en primavera, una belleza le dirían, un problema para aquellos que lo conocían.

— ¡Jimin detente! — su amigo de cabellos azules y tez ligeramente bronceada le intentaba seguir el paso mientras ya se imaginaba el regaño del rey tritón al enterarse de las locuras que su hijo había hecho...de nuevo.

— No voy a parar Tae — el pelirosa se dio ligeramente la vuelta mirando a su amigo - no lo haré, quiero saber que hay al otro lado en el linda, no solo en la noche, quiero salir y descubrir a aquellos humanos, saber que se siente que uno te toque y acaricie de la manera como los cuentos de la biblioteca lo dicen.

— Jimin eso es imposible — se detuvo al escuchar aquellas palabras salir de la gruesa voz de su amigo.

— ¿Imposible? — soltó en un hilo de voz mirando hacia la nada — ¿Crees que es imposible? — jugo con sus pequeños dedos tímidamente ahora dándose completamente la vuelta sin mirar a su amigo.

— Lo creo Jimin, ningún humano al vernos nos va a tomar como algo normal — negó — para ellos seremos un tesoro, una fuente para tener esa cosa de papel a lo que le llaman dinero.

— N-no — negó cerrando sus ojos — No Tae lo que tú dices está mal, ellos no son así, en algún lugar allá afuera hay un humano a quien lo único que le interesa es el amor, es el tener a alguien a su lado no el dinero.

— Claro tonto, sigue pensando eso — el peliazul rodó los ojos — pero hoy no puedes salir del océano — el pelirosa lo miro confundido — Casi es hora de que llegues al castillo y tú padre te debe estar esperando, recuerda Jimin que no puedes tardarte ni un minuto de la hora establecida.

A La Luz De La Luna || Kookmin || O.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora