Aegan Cash

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Nuestro camino

Cada uno tiene un camino, un pequeño camino, el camino de la vida. Un camino que solo era para una persona, pero lo recorrimos dos, para al final quedar sin uno, perdidos.

No me arrepiento de nada de lo que hice contigo, me hubiese gustado hacer muchas más cosas, pero si queríamos lograr nuestros objetivos tendríamos que olvidar todo eso que queríamos hacer y quedarnos con lo que pudimos hacer.

Fue doloroso, y no, la herida no se cura, no todo pasa con el tiempo. No olvido nuestro camino, pero ya tengo uno nuevo que recorrer dejando todos nuestros recuerdos juntos.

Para dejar todo eso tengo que contar nuestra historia, tengo que hablar sobre nuestro camino. Aquel que empezó un invierno, aquel donde la nieve no dejaba ver el camino, aquel donde hacía frío, aquel donde nos conocimos.

Traía un vestido rojo, recién comprado. Mi madre nunca me hubiese dejado usarlo. Pero ahí estaba con mi vestido rojo, con el que te conocí y con el que me despedí.

Aegan Cash, oí hablar mucho de ti, y no me sorprende que nunca hubieras oído hablar de mí.

No te temía, porque sabía que tan solo eres un chico roto, cosa que después confirmaría.

Traté de unir cada pieza, pero solo terminé lastimándome con cada pedazo de tu ser.

Nunca entendí la frase la persona correcta en el momento equivocado hasta que Aegan Cash, me amo, cosa que costó y dolió.

Hoy con una sonrisa triste solo trato de consolarme pensando que tal vez en otra vida podremos estar juntos, tal vez en otra vida pueda reparar tu ser y amarlo como lo trate de hacer. Pero en esta vida por ahora solo me quedara recordar lo que vivimos.

Después de una fuerte pelea con mis padres tomé mis cosas y salí de casa. Robe algo de dinero con lo cual pare en la primera tienda que vi y compre el vestido rojo más provocador que hubiese.

Me sentía la persona más libre de esta tierra con ese vestido el cual oí decir tantas veces a mi madre que solo lo compraría una mujer de mala vida, pues adivina mamá tu hija es una mujer con una vida desastrosa.

Entre toda la nieve blanca caminaba yo con un vestido rojo y una gran maleta en mi espalda.

Deje unos cuantos mensajes a mi mejor amigo. Recuerdo su llamada, me insistió en ir a la fiesta donde se encontraba y yo fui. Tal vez de saber que te conocería ahí nunca hubiese puesto un pie en esa casa.

La casa era gigante y lujosa, como la de los amigos de Owen. Caminé entre los cientos de adolescentes borrachos que me miraban de manera extraña hasta que vi a mi mejor amigo.

- ¿Pero qué mierda? - fue lo primero que dijo al verme.

- Hola... - dije de manera tímida.

- Te vez hermosamente horrorosa - Owen se acercó a mí y me abrazo. No pregunto que paso, solo me abrazo.

- Creo que esta vez no podré regresar.

- No necesitas regresar – respondió como un susurro para los dos.

Quedamos unos minutos abrazados. Fue una escena extraña. Dos chicos, uno bien vestido y con diferentes pintalabios de chicas en todo su rostro. La otra con un vestido rojo cubierto de nieve, el pelo hecho una mierda y una maleta que parecía llevar un montón de basura. Los dos abrazados en medio de la sala con una gran fiesta a su alrededor.

- Vamos a una habitación - dijo Owen tirando mi brazo - te vas a resfriar si no tomas una ducha caliente y te cambias de ropa.

- No me quitaré este vestido - dije seria.

𝑅𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜𝑠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora