KhunBam (cuentos)

Blanca Nieves y los siete enanos, menos seis.

No es precisamente KhunBam, pero son los personajes que más se acercaban, jaja.

Una joven de cabello negro, piel blanca como la nieve, y los labios rojos como la granada madura, se apresuraba por el bosque, corriendo de un lado a otro, arañando sus brazos con las ramas al no ser cuidadosa con la zona que estaba recorriendo.

Estaba escapando, un cazador a sus espaldas, corría con la intención de alcanzarla para matarla, pero no quería morir, debía huir por su vida.

Se detuvo de un momento a otro, y esperó a ser alcanzada por el cazador, que tampoco tardó en hacerlo.

— Lo siento princesa Blanca nieves, tengo que cumplir con mi trabajo. Me han pedido tu corazón para cocinarlo.

El cazador, dispuso su hacha para cortar la cabeza de la princesa.

...

Creció rodeada de lujos, la vida normal de una princesa, pero, la peculiaridad de su actuar, comenzó a provocar problemas en su familia.

Era una rebelde total, causaba disturbios cuando menos lo esperaran, iba de un lugar a otro, tomando poco en cuenta las consecuencias que eso podría acarrear a su título y familia.

Ya se había metido en muchos problemas. A diferencia de sus familiares, quería hacer y ser el cambio dentro de su propio reinado, la única con ese modo de pensar dentro de su rango, así que tenía más en contra que a favor.

Previendo que jamás cambiaría, Cheone, su prima, decidió que lo mejor, sería quitarla del medio, no servía de nada si seguía siendo tan testaruda y continuaba causando disturbios.

La razón por la que estaba escapando, era haber arruinado varias cosas de Cheone, que furiosa, mandó al cazador a qué le cortara la cabeza de una vez, así se desharía del estorbo en el reino Ha sin demasiados problemas.

La princesa ya tenía muchos enemigos por sus actos, justificar y culpar a alguien más por el crimen, sería sencillo.

Se detuvo al caer en cuenta de que no debía escapar. Nadie en su reino la enfrentaba porque era muy fuerte, ganaría cualquier pelea sin importar que tan dura fuera.

Viendo la hoja del hacha yendo hacia su cuello, tomó su decisión, atacar al cazador y darle la lección que aparentemente nadie más le había dado.

A los pocos minutos, el cazador balbuceaba algo innentendible, estaba más muerto que vivo, pero eso a la princesa no le importaba, solo podía burlarse de la excusa que el hombre daría a Cheone cuando avisara su falla en el asesinato.

Continuó aventurandose en el bosque. No era tiempo de que regresara a su castillo para dar una lección también a su prima, quería explorar un poco y averiguar qué se sentía vivir entre árboles y defenderse de los animales salvajes que definitivamente debían existir en lo más profundo de la arboleda.

Millas mas adentro, encontró una pequeña cabaña. Considerando su tamaño, la construcción era algo bajo, pero no le tomó demasiado antes de entrar y saber que aguardaba ahí.

Era una casa común, tal vez demasiado, algo sucio y descuidado, pero mantenía los estándares de un cálido hogar para dos personas, o eso indicaban los asientos frente a la mesa, las dos camas y los varios utensilios que había regados en el intento de cocina.

Comenzó a limpiar, contra toda lógica, ese lugar parecía abandonado por la capa de polvo que había sobre los muebles, así que iba a tomarlo para sí, finalmente, seguía en los dominios de su reino y podría pertenecerle.

Al finalizar, se sintió satisfecha, el lugar se veía mucho mejor que al inicio, tiró toda la ropa que no servía, acomodó las cosas a su modo e hizo fuego porque el frío comenzaba a sentirse.