⚘༉‧𝑵𝒐𝒓𝒆𝒎𝒎𝒂 | Si tan sólo tu mirada apagada consiguiera envolverse de nuevo en aquella luz que tanto amé yo podría sonreír junto a ti.
Desde un lugar especial te observaré y te cuidaré, aunque no pueda hablar contigo desearía que una sonrisa d...
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Con sencillez una habitación vacía le daba los buenos días. Ella realmente dio un saltito para despertar de la manera más delicada de su sueño, aunque hubiera preferido ser despertada por Norman o alguno de sus amigos quienes de seguro no hubieran vacilado en darle una pequeña regañada. Al menos eso, era una mejor decisión a que mirar todo a su alrededor deteriorándose.
Para lástima o costumbre su mente tenía incrustada la hora fija para despertar, como si fuera un reloj humano, sin control alguno.
—Nuevo día, nuevas cosas por vivir... —susurró. Su tono temiblemente apagado no coincidía con sus ojos brillándole al sol, y eso era por qué la jovencita oscilaba con creer que todo estaba bien aunque fuera tan sólo una ilusión. Mientras despojaba su pijama, curiosamente plagada de jirafitas tiernas y vivarachas podía sentir la flaqueza llegando a sus costillas...
Mirándose al espejo un tanto agrietado su reflejo ya casi no asemeja al de la fotografía de su retrato en la sala de estar. Ella ya no reconoce a aquella Emma enérgica de antaño. Ahora solo queda un ser sin fuerza...
Entonces, las sombras en la habitación cual pétalos surgen de la nada y desaparecen cuando sus orbes esmeraldas buscan encontrarlas para terminar con su doler.
Pero la negrura y ávida tristeza que de ellas vislumbra obtiene como precio, que su corazón se retuerza a la melodía del sufrir.
Continuamente vuelve a cepillar sus rizados cabellos... El naranja del matiz le incita a pensar en si su familia se los habrá heredado de ese tono tan encendido... Y sin notarlo ha derramado una amarga lágrima que recae lentamente con la calidez que algún día esperó hallar.
Ya no quiere permitirse sentir ese dolor incrementar, lo único que debería hacer es ir al instituto como siempre, pero ahora mismo la hora ya pasó.
Escucha algún ruido provenir de la planta baja, y si su sentido auditivo no le fallaba se trataba de un encantador chico.
—¡Emma! ¡Debes llegar hasta antes de las ocho! ¡Emma responde! ¡Por favor! —grita a viva voz. Ella claramente lo oye, y siente como si su cuerpo la llevara hacia el camino correcto.
Más no lo para, por qué quiere ver su rostro una vez más. Como si fuera adictivo el tono tan apacible de su habla... Como si tuviera la capacidad de hacer que por un momento la melancolía le pusiera una pausa a su constante recordatorio de la vida.
La chica camina descalza hacía la puerta, por otro lado, el dueño de la hipnotizante voz sigue en su tarea de llamarla pues no ha dado señales de estar presente.
Continuamente ella abre la puerta que rechina por la vejez...
—Menos mal te encuentras bien, estaba preocupado por ti, Gilda, Guillian y Anna me dijeron que aún no llegabas al instituto —el caballero de bonitos ojos refuta con alivio.
