Supernatural - Demonología [Anexo]

Viaje al pasado - Sam's POV

AVISO:

Esta historia es complementaria a la novela de Supernatural - Demonología I. *No es necesario leer la otra historia, pero lo recomiendo ya que si no está fuera de contexto. Si ya has leído la historia (hasta el capítulo 8 - Viaje al pasado), adelante, pero si no lo has hecho y quieres hacerlo, no sigas leyendo, este capítulo puede contener spoilers*

Este capítulo en concreto narra lo que sucedió en casa de Natalie durante el tiempo que ella y Dean estuvieron en el pasado (Capítulo 8 - Viaje al pasado).

Como última aclaración, me gustaría recalcar que, aunque sea desde el punto de vista de Sam, está narrado en tercera persona, como el resto de la novela.

***

- Bien, nos vamos. Volveremos pronto y tendremos cuidado - dijo Natalie a modo de despedida.

Castiel colocó la mano sobre el hombro de la chica. Natalie miró primero a su madre y después a los hermanos a modo de despedida. Sam confirmo sus sospechas. Los hermanos observaron la escena a cámara lenta, pero Dean, que se encontraba ya al final de las escaleras fue lo suficientemente rápido como para dejar caer su bolsa y abalanzarse sobre ellos. Un pequeño destello fue lo último que vieron antes de ver desaparecer a Castiel junto con Dean y Natalie.

- ¡Joder! - fue lo único que consiguió decir Sam mientras se llevaba las manos a la cabeza.

Tanto Melinda como Sam se quedaron allí de pie mirando hacia el lugar dónde segundos antes se encontraban Dean, Natalie y Castiel. Un resplandor había inundado la sala durante un momento y después silencio. Sam se odiaba por no haber sido más rápido, por no haber salido corriendo detrás de su hermano, pero, sobre todo, por no haber caído antes en la cuenta de lo que se traía entre manos Natalie. Se sintió un poco traicionado por la chica, aunque él quería hacer exactamente lo mismo. Lo peor de todo aquello era no saber que estaría ocurriendo, como les iría todo, le aterraba pensar que no podría ayudarles o que sucediera lo peor. No podría superar perder a ninguno de los dos, y mucho menos a ambos. Sabía que Castiel estaría con ellos en todo momento y que no permitiría que les pasara nada, pero no podía evitar ponerse en lo peor y preocuparse.

Melinda miró a Sam con ternura, por la expresión de su rostro, podía imaginarse como se sentía en aquel instante. Aún no lo conocía mucho, pero tras el poco tiempo que habían pasado juntos, estaba segura de que le importaba mucho su hija. Estaba segura de que era algo mutuo, y se alegraba de corazón de que Natalie hubiera encontrado a alguien. Ella nunca le hablaba de estas cosas porque era bastante reservada en ese aspecto. Esa era otra razón por la cual sabía que Sam era amable, generoso, cariñoso, comprensivo, inteligente, guapo... y muchas cosas más, pero lo más importante es que era bueno para ella, había conseguido que Natalie se abriera un poco más y que se mostrara más cariñosa. No es que su hija no fuera cariñosa pues en casa siempre se había mostrado atenta y preocupada tanto por ella como por su hermana, siempre cuidaba de Lena, pero desde la última vez que pasó por casa, se la veía más contenta, como si por fin se hubiera dejado querer y hubiera abierto su corazón a otras personas que no fueran su madre y su hermana. De hecho, sabía que no solo se había encariñado de Sam, si no que existía un vínculo especial entre Dean y ella. Era más que evidente que ambos compartían el mismo carácter duro, serio y eran muy cabezotas, pero también eran personas de gran corazón que anteponían siempre a los demás por encima de ellos mismos. Por aquella razón le había chocado tanto a Melinda que se llevaran tan bien, lo lógico habría sido que no pudieran hablarse sin discutir, pero tenían un vínculo en común, Sam. Melinda nunca había visto hermanos más unidos que Natalie y Lena, pero tras conocer a los Winchester comprendió que entre ellos había mucho más que hermandad y misma sangre, se trataba de un vínculo incondicional de lealtad y sacrificio, parecía que nada ni nadie podría interponerse entre ellos. Darían la vida el uno por el otro, y algo le decía que, a pesar de conocer a Natalie de apenas 6 meses, la habían incorporado a su peculiar familia.