El jueves se había pasado volando, y Nami aún no había mencionado nada de la dichosa excursión a Nojiko, aunque en realidad había una razón: se trataba acerca del horario de Nojiko, pues había estado llegando particularmente tarde esa semana, si no fuese porque adondequiera que pisaba dejaba algo mal acomodado, Nami no dudaría que vivía sola. Usualmente cuando ella llegaba Nami ya estaba durmiendo, ¿y quien la pudiese culpar? La más joven odiaba tener ojeras.
Sin embargo decidió arriesgarse a tener bolsas negras en los ojos con tal de hablar con su hermana.
—...¡Nami!, ¿qué haces despierta?, ¡deberías estar durmiendo!—regaño la mayor cuando la encontró sentada frente al televisor con una cobija y palomitas.
La menor se giró hacia su hermana y sonrió alzando su mano en forma de saludo:—¡Nojiko! Por fin logro ver tu rostro—, exclamó dramática.—¿Cómo te ha ido hoy?
La pelimorada sonrío nerviosa:—B-bien, he tenido mucho trabajo—se lamentó dejándose caer al lado de Nami, que se acercó a ella para masajearle los hombros.
—Seguro que mañana te va mejor, Nojiko—la consoló:—En mi trabajo también me he cansado, pero apuesto a que no es lo mismo—carcajeó y junto a ella, también Nojiko, dándole la razón.
—Cambiando de tema Nami, ¿que haces despierta?—la ceja de la mayor se alzó a medida que completaba la pregunta.
—¡Cierto!—reaccionó la pelinaranja—Nojiko, mañana tengo que entregar este aviso y tiene que presentarse firmado por ti, es para ir a una excursión—. Entregó el arrugado papel.
La mayor descompuso el rostro con evidente confusión a medida que leía la presente:—¿Este fin de semana?
—Si...—sonrió Nami.
—No podrás ir, tengo planes para nosotras.
Nami alzó las cejas confundida, posteriormente giró los ojos.
—¿Qué planes?—no iba a aceptar, pero sin duda su curiosidad no quería dejar encubiertos detalles.
—No había querido decírtelo...pero conocerás a un chico muy especial para mi...
«¡Ah! Con el que duerme...» Concluyó la menor en su mente.
—¿Por él es que no te apareces?—de un momento a otro Nami se sintió molesta, dejó de mimarle los hombros para colocar las manos en su cadera; por eso Nojiko había llegado tarde toda esa semana, ¡no había duda! Y eso sin contar que habían días que no se aparecía y solo enviaba un texto a Nami.
—Mmmhm...puedes ponerlo así...—respondió tímida entrelazando sus dedos.
—Los planes que tengas Nojiko nos los podemos guardar para el próximo fin de semana, ¡yo también tengo mis planes! Y antes de sobreponer tus planes debiste preguntarme—. Espetó enojada.
—¡Pues no irás!—atacó retadora. Nojiko había quedado con su pareja en que ambos conocerían a sus familias y no pensaba fallarle.
—¿Y quien eres tú para decirme lo que hago o no?—No pudo evitar elevar la voz—¡Ni siquiera estás presente en toda la semana y quieres imponerte sobre mi!
La menor cerró las manos con fuerza desahogando su frustración.
—Soy quien ha pagado esta casa, ¿crees que Bellemere se sentiría orgullosa de ti viendo cómo me hablas a mi, quien paga la casa en la que vives y ha cuidado de ti desde que murió?—le sacó en cara—¿no te parece irrespetuoso tratarme así cuando ni siquiera es mi obligación?—al darse cuenta de todo lo que dijo, Nojiko se tapó la boca con las dos manos, no dudo en reclamarse el haber sido tan impulsiva.
—Lo único que sé es que no eres mi madre—, Espetó la menor seria. Incluso dolida..:—Agradezco que me hayas mantenido todo este tiempo—no pudo evitar morderse la lengua, tenía tanto que decir... a pesar que Nojiko había financiado la compra de su nuevo hogar, era Nami quien hacía la cena y le dejaba su desayuno, calentaba el agua para que su hermana se bañara, también la ayudaba con algunas de sus tareas e incluso compraba ella el mandado, planchaba y lavaba su ropa, barría y trapeaba; se sentía muy impotente y enojada por la actitud de la mayor, además de la frialdad con la que había hablado de Bellemere.
—N-Nami...yo...lo lam...—Nojiko trató inútilmente de remediar lo que había provocado, era irónico como hacía menos de dos minutos se habían saludado tan alegremente y ahora estaban que echaban humo.
Nami despegó los ojos del papel que tanto ansiaba firmar para fijarlos en su hermana con nada más que enojo acumulado:—Iré a la excursión—su seca voz interrumpió el pobre discurso de redención de la mayor:—Así no te molestare ni te faltaré al respeto, y no hace falta que lo firmes, me sé la firma de mi madre—,en un parpadeo le arrebató el papel de las manos a la mayor y sin dejarla decir algo más partió a su cuarto.
Cuando por fin estuvo sola, miró hacia el techo de su habitación, dejando brotar ando murioalgunas gotitas traicioneras, le había molestado demasiado la forma en que la había tratado Nojiko aunque no pudo evitar extrañarse del tono con el que se había dirigido a ella la mayor, pues nunca se había comportado de esa manera.
Era inusual que se pelearan con tal gravedad, a menos que fuese algo serio, —como cuando murió Bellemere y Nojiko decidió que se mudarían—, no por no poder pasar un fin de semana juntas, es más,ni siquiera pasarían juntas, Nojiko pasaría con alguien que era un extraño para Nami. No entendía la irritación de Nojiko pues casi nunca estaba en su casa, mucho menos los fines de semana.
Ensimismada en sus pensamientos y con desgana, fue guardando la ropa y objetos de higiene personal que utilizaría.
«Debí haberme quedado en la estúpida casita de campo», «¿Qué hago en este lugar?», «Extraño mi casa», «Extraño a Bellemere». A medida que atravesaban ese tipo de pensamientos, Nami metía con más brusquedad la ropa a la valija.
«No lo entiendo... ¿por qué se comportó de tal manera?.. Es Nojiko...»Se repetía esa pregunta una y otra vez tratando de hallar respuestas ante la pataleta que dio la mayor.
«Cambió» no quería afrontar la palabra, pero su traicionera consciencia lo dictó fuerte y claro, haciéndola derramar más lágrimas, lamentándose de haberse mudado ahí. Pensó que quizás si siguieran viviendo ambas en su antiguo hogar, Nojiko no se habría comportado como una egoísta.