• CAPÍTULO 37 •

148 20 22
                                    

Olivia


Han pasado un par de semanas desde que nos dieron los resultados del examen de paternidad y el chico ha tratado de estar más presente con los niños, me ha llamado un par de veces para coordinar y nos hemos juntado, obviamente ha tenido que ser en lugares discretos porque aún nadie sabe nada, y siendo sincera, prefiero que se mantenga así por un tiempo.

Si bien Leah ya lo llama por "papá", Lou aún está reacio a la idea de hacerlo, y yo prefiero no presionarlo porque es algo que surgirá naturalmente en su debido momento. Igualmente me tiene nerviosa lo que puedan decir, sé que no debería de importarme pero me preocupa, y me preocupa mucho más que mis pequeños reciban todo el odio siendo que ellos no tienen culpa de nada. Esta semana el chico llamó a una junta con sus superiores y me rogó que lo acompañara, supongo que tiene que ver con los niños y finalmente aclarar todo, pero a pesar de no aparentarlo, estoy cagada de miedo.

Mi relación con el chico es extraña, ninguno de los dos sabe cómo actuar y es incómodo. El chico es un completo desastre, la palabra torpeza en su máxima expresión, mientras que por el otro lado, yo soy un insoportable manojo de nervios, me tiemblan las manos e incluso ni siquiera hablo mucho con él. Es obvio y está más que claro que las cosas serán así por un tiempo, pero esto en vez de mejorar, cada vez es peor. Me gustaría poder hacer como si no tuviéramos un pasado juntos, como si fuéramos amigos, tal como antes, solo que dos amigos que tienen dos preciosos hijos en común. Muy casual.

Viernes por la tarde, el jefe nos dio a todos la tarde libre ya que es feriado en no sé donde, nadie cuestionó y cuando anunciaron la hora de irse todos nos fuimos volando de la oficina.

Marck últimamente parece estar muy pendiente por mi relación con el padre de mis hijos, él no tiene idea de quién es pero he estado preguntando por él y ha estado demasiado pendiente de todo lo que hago y cómo estoy, por un lado le agradezco la preocupación pero no es necesario que se preocupe por mi. Me hace visitas a la oficina, insiste en que salgamos a lugares, en ocasiones me trae a casa, es muy amable de su parte, pero ¿cómo le explico que no quiero nada con él?

Paso por la escuela de los niños y apenas la campana de salida suena, los grandes portones se abren. Los padres se acumulan a la altura del portón en busca de sus hijos pero yo me quedo más atrás observando todo, espero a que esté más desocupada la entrada para poder ir a por mis niños. Su profesora me llama a través de señas y la sigo, no tengo un buen presentimiento.

La chica me guía hasta donde creo que es la oficina del director, esto no pinta nada bien. Quiero preguntarle qué ocurre pero su rostro me alerta que quizá no sea buena idea. Con sus nudillos toca la puerta y la abre permitiéndome el paso.

Al entrar veo a tres niños sentados a un costado del escritorio del director, dos de esos niños son mis hijos. Creo que nada bueno ha pasado, considerando que Leah tiene su cabello desordenado y mechones de cabello salidos de su coleta. El hombre me insta a sentarme en una de las sillas desocupadas frente a su escritorio y le indica a la señorita que llame a el apoderado de Wilson, quién supongo debe ser el apoderado del otro niño sentado junto a mis mellizos.

El director se mantiene en silencio provocando que los demás presentes, incluida yo, nos mantengamos en silencio también. Golpean la puerta y por ella aparece el probable apoderado del otro chico, el hombre lo deja pasar y lo invita a sentarse en la silla al lado de la mía.

El director comienza con su discurso que que en esta escuela no se fomenta ningún tipo de violencia y bla bla bla, mi mente solo está pensando en qué mis pequeños se metieron a una pelea y que esa es la razón por la que me llamaron. Según el hombre mayor, habló con los tres involucrados en la pelea, y se llegó a la conclusión de que mi pequeña Leah fue quién la comenzó.

Dejaría todo... [Erick Brian Colón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora