Ahí me di cuenta de cuanto la luna nos envidiaba.
Después de mi fallecimiento desgraciadamente me di cuenta de cuánto valía cada lágrima que habían derramado mis ojos.
Empece a valorar cada sonrisa que mis labios y dientes habían mostrado y que quizás, no le habria prestado la más mínima atención. Cada carcajada que mi menor había sido capaz de arrancar de mi garganta.
Desgraciadamente entendí que fui por el camino equivocado. Entendí que tal vez con un poco más de amor propio habría podido superar esos baches que lamentablemente, me derrotaron.
Yo sabia, que después de mi ultimo segundo de vida, este tipo de pensamientos y arrepentimientos aparecerían en mi cabeza.
Sin embargo decidi seguir adelante y acabar con todo. Y esque no me arrepiento, como haría cualquier persona que apreciase mínimamente su vida. A pesar de todo ese no era mi caso. No tenía ni una pizca de arrepentimiento entre las lesiones de mi piel. Más echaba de menos las pocas risas, salidas, besos y abrazos.
-Y esque no se porque no te arrepientes- mi consciencia habla y mi boca calla. Con lo único que puedo debatirle a mi cabeza es con la ausencia de palabras.
"Mientras mi pecho se inunda de un ultimo suspiro, escuché el llanto de quien siempre ríe y ahí fue que comprendí que muchos mueren conmigo y que yo, yo no puedo evitarlo."
