A dos kilómetros del campamento francés 1814
Un espía manejaba la carretilla de gitanos en la que iba mi sequito del placer, dos espías más estaban vestidos de gitanos harían de ayudantes, supuestamente eran los que me iban a ayudar a armar las carpas donde las cortesanas darían placer, la idea es armar un campamento cerca, a menos de un kilómetro del batallón o lo que quede de él, necesito llamar la atención y ganarme la confianza para ir a ese resguardo militar. Nos detuvimos abruptamente, se escucharon varios cascos de caballos.
—Comenzó la actuación, debemos quedarnos en el mismo campamento eso es lo primero —no voy a negar que me tiemblan las pelotas. Hablando español salí despotricando por habernos detenido, una decena de militares en sus corceles con espadas en las manos estaban en guardia a la espera de que salieran soldados de la carretilla. Alcé mis manos, al verme se echaron a reír, típico. En esta ocasión si debo alardear que me vean como un bufón. Tenían apresado a los tres espías, que estaban en bajo perfil, dos eran delgados y el cochero un poco más fornido.
—Soy español, sé hablar inglés, por favor no le hagan daño, ellos solo son mis empleados, son lacayos que me ayudan en mi trabajo.
—¿En qué trabajas? —habló un hombre de la edad de mi padre.
—Brindo placer —todos estallaron en risas.
—Tu culo nadie lo desea.
—No es mi culo el que ofrezco, si no el de mis mujeres —un militar que parecía tener un palo metido desde el trasero, como dice Declan, caminó y abrió la lona de la carretilla, en ese instante supe que estaría en ese campamento más pronto de lo que deseaba, la mirada lasciva de los militares fue evidente. El viejo que seguía en su caballo se bajó, otro que caminaba con un palo por dentro de su cuerpo, ¿Cómo pueden caminar tan recto? Deben ser nobles, solo ellos caminan de esa manera, así lo hace mi padre y hermano cuando deben hacer actos protocolarios.
—¿Este es el grupo que según tú puede ser peligroso? —habían hablado en francés, no hice expresión de entenderles, las muchachas si no lo hablan—. Tú —señaló a Carlota una pelirroja muy linda—. Acércate.
—Lo siento, no le entiendo milord —el militar se acercó y empezó a hablar en inglés.
—Acércate —Carlota bajó al igual que lo hicieron las otras—. ¡Enano! —incliné mi cabeza—. ¿Son tus mujeres?
—Eso he dicho milord —uno de los militares se le acercó, le habló en francés. Esa es la importancia de saber mucho y no alardear.
—General fusilémoslo.
—¿Has visto a estas mujeres? Antes de fusilarlas, mi campamento disfrutará de ellas, si el enano dice mentiras o son espías para pasarles información a los pálidos y amargados ingleses lo sabré —me miró, habló en inglés—. ¿Algo en especial que deba saber de estas tetas? —puso a Carlota dándome la espalda le bajó el corpiño—. Si es tu mujer sabrás como las tiene.
—Pezones rosados, su seno izquierdo tiene un lunar rojizo debajo de su pezón, son deliciosas milord, le dejo probar la mercancía, si llegamos a una negociación, podrá disfrutar más. Mis mujeres son las mejores, no se imagina lo rico que Carlota lo mueve —tema básico del hombre, en tema sexual, nos domina lo de abajo, más de uno comenzó a incomodarse cuando el general lamió uno de los senos. La alejó, le subió el corpiño.
—Ahora tú —señaló a Berenice, la puso mirándome la inclinó, le subió la falta y le bajó los popolos, la muy descarada miró a los militares que estaban aún sobre los caballos y les quiñó un ojo—. ¿Algo sobre ella? —de algo ha de servir los cuatro años que tengo fornicando con ellas.
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Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).
RomanceEs mi tercer hijo el que viene al mundo, mis tíos y familiares conocedores de la desgracia que empaña nuestra sangre están aquí para verificar si no se ha ensuciado mi descendencia, mis dos hijos anteriores son normales, el heredero al ducado es un...