Capítulo 8: Quemaduras

20 4 0
                                    

*Daniela

“Como si un Iluminado pudiera entenderlo” Eso fue lo que le dije. Maldición, no puedo creer lo estúpida que fui. Max no tiene la culpa de lo que me pasó, ni siquiera sabe lo que pasó hace más de dos mil años, y yo aquí desquitándome con él. Eso no me hace mejor que los Oscuros, no me hace mejor que mi ancestro, ya es tiempo de que esta maldición termine de una vez por todas.

Hice un viaje directo al Todo y me planté en la pequeña isla en medio de ese basto océano. Me enfoqué en mi ancestro, en su espíritu y presencia, no tuve que esperar mucho para que apareciera. Vestía las últimas prendas que usó en vida: Un casco de soldado romano con penacho de color rojo, lo que marcaba su rango de centurión, su armadura era la clásica romana, como las que se ven en películas. En su cintura tenía un látigo enrollado y al final de este había puntas de hierro para poder hacer más daño:

- Ah – Dijo al ver que estaba observando el arma – Recuerdo que esta era mi arma favorita, nada como unos buenos latigazos para salpicar sangre y obtener información de la escoria enemiga.

- Eres un ser repugnante – Dije haciendo un esfuerzo por hablar.

- Tú eres una de mis muchas reencarnaciones – Dijo muy calmado – Si yo soy repugnante ¿En qué te convierte eso a ti?

- En una mejor persona – Dije sin pelos en la lengua – Estoy harta de tener que escuchar tu voz cada vez que estoy cerca de Max.

- ¿Esa escoria?

- No te atrevas a llamarlo así – Le advertí plantando los pies en la arena.

- Pero eso es lo que es: Escoria – Si pudiera lo ahogaría en el fondo de este océano – Cuando yo estaba vivo el Elemental de Tierra era una espía griega y bueno, no tengo que decirte lo que hice con ella.

- Es por eso que ya no lo aguantaré más – Dije enderezando mi espalda – Te desafío a un Combate del Alma – Sus ojos se entornaron en mi dirección con un placer sádico muy marcado en su mirada – Si yo gano nos dejarás en paz, me dejarás en paz a mí y a los Elementales de Agua que vengan después de mi muerte – Su única respuesta fue una sonora carcajada.

- Muy bien – Dijo una vez dejó de reírse – Pero si yo gano, te haré matar a esa escoria de la que te enamoraste.

- Hecho – Dije decidida, ya no voy a soportar más a este sujeto, ya lo soporté demasiado por los últimos seis años – ¡Draig! Danos nuestros poderes y no intervengas en la pelea.

- ¿Estás segura de lo que haces? – Me preguntó preocupado – Si pierdes esta pelea, también perderás el control sobre tu cuerpo y él matará al portador del Golem.

- Lo sé – Dije sin voltear la mirada – Hazlo.

Inmediatamente sentí que mis poderes regresaban y estoy segura de que mi ancestro también lo sintió. Desenganchó su látigo de su cintura y lo extendió completamente, yo me puse en guardia y me preparé para la pelea que decidiría al dueño de mi propio cuerpo.


*Max

Muy bien, hagamos un pequeño repaso por la clase de historia: Miyamoto Musashi nació en Japón en 1584 y murió en 1645. Fue un famoso samurái en el Japón Feudal y su habilidad con la espada era tal que lo apodaron como “El Samurái Invencible”. Tuvo un muchas batallas a lo largo de su vida, pero su duelo más legendario fue contra el espadachín Sasaki Kojiro, quien también tenía fama de invencible y al cual derrotó con una espada de madera que talló a partir de un remo en su camino al combate en medio de una isla. Se sabe que adoptó varios hijos con sus dos parejas, pero jamás pensé que me encontraría con uno de sus descendientes. No soy científico, pero creo que es justo decir que las probabilidades de encontrarme con un descendiente del legendario Miyamoto Musashi son astronómicas, en el mejor de los casos:

Libro 4 | Saga Elementos | Tierra: El Hijo del GolemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora