Capítulo 1

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Hay acciones y echos que nos conducen a un mismo lugar, aunque queramos evitarlo, volvemos, es como un laberinto del que no podemos salir y aunque intentes salir, el laberinto te guía por pasadizos que te adentran más a él alejandote de la salida, succionado de a poco tus esperanzas.

Así es como se siente la depresión.

Mi psicóloga, la séptima este año. Tiene el fuerte pensamiento de que sufro depresión por el echo de no saber controlar mis emociones.

Yo creo que la tengo por no sentir nada, es raro y complejo. Es como si estuviera anestesiado todo el tiempo viviendo el sueño más aburrido que se pueda crear.

-Ethan ¿me estas escuchando? -la voz de mi madre me trajo a la realidad

-No -la sinceridad ante todo- y no voy a escribir en un cuaderno como nena de ocho que no sabe que hacer

-pero te lo recomendó la psicóloga y no podemos cambiarte solo porque no te gustan sus métodos ¿que es... la quinta este año?

-septima -corregí

Mi madre suspiro y aparco el auto en estacionamiento del supermercado

-con más razones Ethan ¿no estas cansado de cambiar a cada rato? Es solo escribir en un papel lo que sientas

Si te dijera de lo que estoy cansado.

No le respondí y bajo del auto. Saludo a una señora, sonriendo y con su pelo rubio siempre tan peinado. Perfecta. Siempre me imagine su vida si le hubiera tocado otro hijo, alguien que no fuera yo, y me doy cuenta de lo infeliz que puedo llegar a hacerla.

Me baje del auto, salí del estacionamiento, y camine en dirección contraria a la puerta del supermercado, rumbo a... no se lejos de ahí.

Es lo que hacía siempre que aparecían pensamientos negativos, alejarme del lugar que los había ocasionado, desaparecer.

Lo único bueno que saqué de mi tercer psicóloga. "No te quedes en donde te duele estar", no se si se lo diría a alguien con intenciones suicidas, pero lo intento. Pobrecita, recién se recibía.

Saqué del bolsillo de mi sudadera mis auriculares, de mi bolsillo trasero mi celular. Reproducí las únicas canciones que lograban callar esas voces de mi cabeza.

Camine unas cuadras, perdí la noción del tiempo, hasta llegar a un edificio en el que habían policías y gente reunida en círculo. Supongo que alguien había robado o alguien estaba muerto.

Intente evitar a las personas y me meti en un callejon que daba a otra calle. Era un lugar oscuro pero la luz del dia lo iluminaba de cierya manera, en ese lugar colocaban los contrnedores de basuras, y era extraño que estivieran perfectamente pintados sin rastros de graffitis, como era nor...

Había una chica

Entre medio de dos contenedores, con su cabeza escondida entre sus piernas.

¿Que se supone que tengo que hacer? Algo me decía que siguiera de largo caminado, pero una punzada me hizo reflejarme en ella y sin darme cuenta estaba arrodillado frente a ella, mirándola como si fuera lo más extraño que había visto y se que se me notaba la preocupación, aunque fuera lo más estúpido, ni la conocía.

Con el dedo índece le toque el brazo intentando llamar su atención. Esta lebanto la cabeza alterada intentando ir hacia atrás y lo hubiera logrado de no ser que ya estaba contra ella.

Sus ojos abiertos de par en par, me dejaron detallarlos, eran de un verde grisáceo que nunca había visto, uno de los rulos de su cabello marrón caían en el medio de su rostro. Se la veía asustada. Levante mis manos en señal de rendición al notarlo.

Diario de un suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora